miércoles, 24 de marzo de 2010
PENSAR EN PEQUEÑO(PARA CRECER)
En el Peru las elecciones se caracterizan por una mayoritaria aparicion de pequeños partidos que buscan posicionarse en la Poltica Nacional.Muchas veces los partidos tradiconales los miran por encima del hombro,y se sacuden el polvo,pensando que no tienen la fuerza para enfrentarse a ellos,el Dr. Daniel Eskibel,mi maestro favorito en estas lides de la politica,a escrito este interesante aporte que les trasmito para que lo disfruten y empiezen a pensar en pequeño ,para llegar a ser grandes.
Gianna
Doyle Dane Bernbach diseñó para Volkswagen una de las mejores
campañas publicitarias de todos los tiempos. "Piensa en pequeño"
era la idea central. Y el público terminó pensando en el pequeño
escarabajo de Volkswagen.
Es que muchas veces (¿siempre?) resulta vital comprender la propia
pequeñez para desde allí crecer. También en política.
Tiempo de echar músculos y crecer
---------------------------------
Fue allá por 1950, tal vez muy poco después. Uruguay era Campeón
Mundial de Fútbol (¡qué tiempos aquellos!). Y el Presidente
uruguayo era Luis Batlle Berres, del Partido Colorado.
Vale decir que los colorados gobernaron el país durante 100 años,
frecuentemente superando el 50 % de los votos. Su rival histórico
era el Partido Nacional, habitualmente derrotado en todas las
elecciones aunque superando el 40 % de los votos. El resto era un
conjunto de organizaciones políticas marginales, de escasos votos y
nula posibilidad de llegar al gobierno. Dentro de ese conjunto
marginal estaba el pequeñísimo Partido Comunista.
Pues bien: los comunistas tenían una propuesta para el país.
Bastante detallada y elaborada. Y bien orgullosos que estaban de
ella. Y decidieron pensar en grande: vamos a hablar con el
Presidente de la República.
Y fueron a hablar con el Presidente. Y Luis Batlle los recibió en
su despacho. Y fue una reunión amable y cortés. Y los comunistas
presentaron todas sus iniciativas y enfatizaron en su deseo de
llevarlas a la práctica en el Uruguay de entonces.
Luis Batlle los escuchó con atención. Y les respondió.
Les dijo que eran ideas interesantes. Pero que ellos debían echar
músculos y crecer, ya que eran una minúscula parte de la opinión
pública nacional. Que para llevar esas ideas a la práctica eran
necesarias otras dimensiones, y no aquel pequeño partido.
Los dirigentes comunistas se fueron un tanto molestos y
desilusionados. Pero se fueron a echar músculos.
A mediados de los 50 el Partido Comunista de Uruguay se reformó a
sí mismo y encaró profundos cambios. Pasada la mitad de los 60
participaron activamente de la formación de una central sindical
única de trabajadores, la CNT. En 1971 fueron protagonistas de la
creación de la coalición de las izquierdas, el Frente Amplio. Entre
1973 y 1984 lograron sobrevivir a una dictadura cívico-militar. Y
en 1985 retomaron su protagonismo en el Frente Amplio, fuerza
política que conquistó el gobierno local de Montevideo en 1989, que
lo retuvo hasta la actualidad, que se convirtió en 1994 en uno de
los tercios del país político, que se transformó en 1999 en la
primera fuerza política y que ganó las elecciones presidenciales
del 2004 y del 2009 con más del 50 % de los votos.
Las cosas han cambiado 60 años después de aquella reunión en el
despacho de Luis Batlle. Ahora son los comunistas quienes entran y
salen cotidianamente de las oficinas presidenciales. Ahora son los
comunistas los que integran una fuerza política que supera el 50 %
de los votos. Ahora son los colorados quienes luchan por sobrevivir
y volver a crecer.
La oportunidad de los pequeños
------------------------------
Nada es para siempre. Ni las votaciones masivas ni la pequeñez
endémica. Es más: siempre hay una oportunidad para las formaciones
pequeñas.
¿Cómo aprovechar esa oportunidad?
Con plena conciencia de la propia pequeñez y de las propias
limitaciones, sin plantearse objetivos grandilocuentes pero
imposibles.
Construyendo una fuerza política adaptada a los tiempos actuales.
Hay un mundo de posibilidades adicionales en Internet, en Facebook,
en el email marketing, en YouTube, en los medios de comunicación
alternativos...
Con la obsesión de crecer, echar músculos, acumular fuerzas.
Buscando alianzas estratégicas. Y luego consolidándolas y
fortaleciéndolas.
Vivimos tiempos de discontinuidades, rupturas, fragmentación,
fogonazos y espasmos. Todo amenaza con romperse o quebrarse, con
disolverse o separarse o subdividirse. Por eso mismo, y quizás más
que nunca, hay oportunidades para los pequeños.
Piensa en pequeño.
--
Daniel Eskibel - Psicociudad
El cerebro del votante es un oscuro laberinto. La psicología
política lo ilumina.
Descubre el lado secreto de las campañas electorales en
http://www.psicociudad.com
lunes, 22 de marzo de 2010
QUE ES UN CONSULTOR POLITICO
Estimados lectores quiero comenzar el siguiente articulo con una reflexion:
No hay campaña sin dinero; es una verdad pero si los candidatos creen que pueden con solo tener razón o ser mejores están equivocados. No solo es necesario dinero sino tener en el equipo un consultor político, que debe ser alguien con formación en comportamiento electoral y no solo en comunicación o marketing.
Tambien quiero informarles que si desean asesoria especializada personal , en los temas de mi especialidad,pueden llamar al tlf. 6555251 TASSARACONSULTORES , o escribirme a gtassara@pucp.edu.pe,o tassaraconsultores@yahoo.com.encantada de brindarles la consultoria que requieran.Asimismo les informo que ya esta a su disposicion una version digital de"Herramientas del Marketing Elkectoral",con tips para el candidato y orientacion general para su equipo de campaña.
Un abrazo y gracias por su preferencia
Gianna
En época electoral, los asesores abundan, generalmente el político busca asesores vinculados a la prensa, les llaman asesores mediáticos, están también los asesores informáticos, que ilustran al candidato en las bondades del internet.
Pero sin oponerse a estos, Una de las opciones que más auge está teniendo en el ámbito de la política internacional, y en los últimos tiempos en la Latinoamericana, es la de la consultoría política especializada.
En el Perú, aun no se ha cimentado esta especialidad ,lo suficiente ,quizás por falta de centros que se encarguen de su formación integral, quizás porque generalmente el Consultor Político, resulta un poco más caro ,que el resto, personalmente creo que el Consultor Político debe tener: Una dilatada experiencia probada en el terreno
• Madurez en la toma de decisiones
• Conocimiento institucional
• Experiencia nacional e internacional
• Visión objetiva
• Capacidad Analítica
• Conocimiento y entrenamiento sólido
• Generación de ideas y alternativas viables
• Desempeño de posiciones ejecutivas, gubernamentales y no gubernamentales
A continuación algunos apuntes que les permitirán,clarificar ideas.
Para Daniel Ureña, socio-director de Mas Consulting Group en España, consultora de comunicación y asuntos públicos” El consultor político tiene su campo de trabajo habitual en los partidos políticos, los candidatos y los gobiernos. Además, trabajan para aquellas empresas que quieren relacionarse con la Administración Pública, ayudando en sus relaciones institucionales. «Tiene que saber de comunicación, de ciencias políticas, algo de derecho, algo de sociología•
"Muchos de los que contratan mis servicios no saben cómo utilizar bien un consultor político". La frase es de Joseph Napolitan, consultor político con más de 35 años de experiencia. Por eso Napolitan escribió una serie de recomendaciones muy útiles para candidatos, partidos políticos y jefes de campaña.
"1. El asesor político no debe ser considerado una amenaza
Es imperativo que los que trabajan con un consultor, en especial el jefe de campaña, sepan que él sólo tiene un propósito en la campaña: ayudar a ganar la elección. Todo el equipo de campaña debe entender que el consultor es un recurso a ser utilizado y no una amenaza a sus aspiraciones.
2. Determine las responsabilidades del asesor con antelación
Como existen diferentes tipos de consultores (generales y especializados), antes de contratarlo, deben quedar claras cuáles serán las responsabilidades del mismo durante la campaña. Si se quiere trabajar sólo en un área específica (ej., producción de la propaganda de TV) o si lo que se requiere es un servicio general.
3. Asegúrese de que usted tiene el asesor político apropiado
Los clientes deben estar seguros que el asesor político que contratan conoce claramente su filosofía política; y aunque no la comparta al 100%, que al menos no se oponga radicalmente a ella.
4. Busque un asesor político lo más pronto posible
Mientras más pronto un consultor se comprometa con una campaña, más valor tendrá para el candidato, el partido, o cualquiera que sea su cliente. Si el asesor comienza cuando las decisiones importantes han sido tomadas, su valor potencial en la campaña será reducido.
5. Asigne a alguien como enlace directo con la campaña
No es bueno que el candidato sirva de enlace entre el asesor y la campaña. Debe existir un director de campaña que tenga acceso directo al candidato y proporcionar este acceso al consultor cuando sea necesario.
6. Decida quién va a saber que usted ha contratado un consultor
Dependiendo del país donde se esté trabajando, resulta delicado que se conozca públicamente que se trabaja con un consultor extranjero, así que lo más recomendable es ser muy discreto para evitar consecuencias negativas para el candidato.
7. Proporcione al asesor político las herramientas que él necesite
Diferentes consultores tienen diferentes requerimientos y las necesidades de un consultor pueden variar de campaña en campaña. El consultor es la persona más importante en la orquestación de todo el equipo de campaña, y como tal, debe ser provisto de todo el material que necesite.
8. Emplee la experiencia de su asesor político
Es cierto que el consultor político tiene más experiencia en campañas que el candidato y su personal y es por esta razón que se debe contratar y utilizar por completo. Sin embargo, hay que tener especial cuidado con el conocimiento que éste tenga sobre la cultura del país, pero nunca rechazar una idea “porque nosotros no lo hacemos así aquí”.
9. Escuche al consultor
Usted no está obligado a seguir el consejo de su consultor, pero debe por lo menos escucharlo. Usted está perdiendo su dinero y el tiempo del consultor si no lo hace.
10. Hable con su asesor antes de tomar una decisión importante
Es muy poco lo que un asesor puede hacer para rectificar una decisión incorrecta, pero muchas veces se puede prevenir a un cliente de tomar una.
11. Dígale a su consultor la verdad
No tiene sentido que usted le dé a su consultor una información incorrecta porque él basará importantes decisiones en esa información y quien saldrá perdiendo será su campaña.
12. Instruya a quienes trabajarán con su consultor para que cooperen con él
Si usted quiere sacarle provecho a su asesor, debe lograr que esté en contacto constante con lo que pasa en la campaña, ya sea directamente o a través de jefe de campaña, de otra forma el consultor no podrá saber qué pasa y por ende no podrá ayudar.
13. Use el tiempo de su asesor completamente
Resulta frustrante para el consultor e improductivo para la campaña que el consultor pierda tiempo para poder reunirse con las personas indicadas ya que eso se traduce en perdida de tiempo y dinero.
14. Organice su horario de visitas con antelación
Debido a las múltiples ocupaciones de los involucrados en una campaña incluyendo al asesor, resulta esencial que se diseñe un calendario de largo alcance para que todos lo involucrados en la misma conozcan los movimientos del consultor con anticipación.
15. Establezca un sistema de comunicación efectivo entre las visitas y úselo
El consultor debe estar siempre localizable para su cliente, por esta razón el director de campaña debe estar al tanto de donde ubicarlo en caso de una crisis.
16. Trate a su asesor como un miembro de su grupo de confianza
Asegúrese de que su consultor, o su representante, tengan acceso a toda la información que necesite y de que se le informe de todos los procesos de decisión cuando esté en el país.
17. Valore sus recursos de una manera realista
No se engañe cuando haga la valoración de los elementos con los que cuenta para realizar la campaña, ya que el consultor conocerá la verdad tarde o temprano.
18. No deje que el orgullo interfiera para ganar la elección
El objetivo de una campaña política es ganar y si usted necesita buscar una compañía de fuera del país para ello, hágalo. No se preocupe si lastima los sentimientos de las compañías de su país, que ponen en riesgo su triunfo.
19. No resalte la presencia del asesor si esto es perjudicial para la campaña
En ocasiones es mejor que el consultor mantenga un perfil bajo, en estos casos no haga mucho ruido cuando el consultor llegue al país.
20. Si usted no entiende un consejo de su consultor, pídale que se lo explique bien
Se supone que los consultores son comunicadores, así que lo menos que deben hacer es comunicar sus propias recomendaciones con eficacia.
21. Asegúrese de que las decisiones que han sido aprobadas se cumplan
Para garantizar esto es importante la presencia del director de campaña que se encargará de que se implementen las decisiones tomadas por el consultor.
22. Confíe en su asesor
Si no puede confiar en su consultor, usted ha contratado a la persona errónea. Si su consultor conoce sus problemas, puede estar preparado cuando éstos emerjan en la campaña.
23. Póngase de acuerdo sobre el calendario de pagos y cumpla con él
Si usted espera que su consultor cumpla con su trabajo, cumpla usted con su parte del acuerdo.
24. No tenga miedo de pedir ayuda
Si tiene un problema, llame a su asesor. No se preocupe si lo molesta, al consultor le gustará más recibir una llamada a medianoche que enterarse más tarde de una catástrofe que hubiera podido evitar.
25. No espere milagros
Ningún consultor tiene un record perfecto. Todo consultor va a ganar y perder algunas campañas. Nadie gana todas las elecciones; los mejores ganan la mayoría, de lo contrario no permanecerían en este negocio por mucho tiempo.
26. Un punto final
Si usted decide contratar un asesor, úselo: su consejo no le hará bien a menos que lo practique."
No hay campaña sin dinero; es una verdad pero si los candidatos creen que pueden con solo tener razón o ser mejores están equivocados. No solo es necesario dinero sino tener en el equipo un consultor político, que debe ser alguien con formación en comportamiento electoral y no solo en comunicación o marketing.
Tambien quiero informarles que si desean asesoria especializada personal , en los temas de mi especialidad,pueden llamar al tlf. 6555251 TASSARACONSULTORES , o escribirme a gtassara@pucp.edu.pe,o tassaraconsultores@yahoo.com.encantada de brindarles la consultoria que requieran.Asimismo les informo que ya esta a su disposicion una version digital de"Herramientas del Marketing Elkectoral",con tips para el candidato y orientacion general para su equipo de campaña.
Un abrazo y gracias por su preferencia
Gianna
En época electoral, los asesores abundan, generalmente el político busca asesores vinculados a la prensa, les llaman asesores mediáticos, están también los asesores informáticos, que ilustran al candidato en las bondades del internet.
Pero sin oponerse a estos, Una de las opciones que más auge está teniendo en el ámbito de la política internacional, y en los últimos tiempos en la Latinoamericana, es la de la consultoría política especializada.
En el Perú, aun no se ha cimentado esta especialidad ,lo suficiente ,quizás por falta de centros que se encarguen de su formación integral, quizás porque generalmente el Consultor Político, resulta un poco más caro ,que el resto, personalmente creo que el Consultor Político debe tener: Una dilatada experiencia probada en el terreno
• Madurez en la toma de decisiones
• Conocimiento institucional
• Experiencia nacional e internacional
• Visión objetiva
• Capacidad Analítica
• Conocimiento y entrenamiento sólido
• Generación de ideas y alternativas viables
• Desempeño de posiciones ejecutivas, gubernamentales y no gubernamentales
A continuación algunos apuntes que les permitirán,clarificar ideas.
Para Daniel Ureña, socio-director de Mas Consulting Group en España, consultora de comunicación y asuntos públicos” El consultor político tiene su campo de trabajo habitual en los partidos políticos, los candidatos y los gobiernos. Además, trabajan para aquellas empresas que quieren relacionarse con la Administración Pública, ayudando en sus relaciones institucionales. «Tiene que saber de comunicación, de ciencias políticas, algo de derecho, algo de sociología•
"Muchos de los que contratan mis servicios no saben cómo utilizar bien un consultor político". La frase es de Joseph Napolitan, consultor político con más de 35 años de experiencia. Por eso Napolitan escribió una serie de recomendaciones muy útiles para candidatos, partidos políticos y jefes de campaña.
"1. El asesor político no debe ser considerado una amenaza
Es imperativo que los que trabajan con un consultor, en especial el jefe de campaña, sepan que él sólo tiene un propósito en la campaña: ayudar a ganar la elección. Todo el equipo de campaña debe entender que el consultor es un recurso a ser utilizado y no una amenaza a sus aspiraciones.
2. Determine las responsabilidades del asesor con antelación
Como existen diferentes tipos de consultores (generales y especializados), antes de contratarlo, deben quedar claras cuáles serán las responsabilidades del mismo durante la campaña. Si se quiere trabajar sólo en un área específica (ej., producción de la propaganda de TV) o si lo que se requiere es un servicio general.
3. Asegúrese de que usted tiene el asesor político apropiado
Los clientes deben estar seguros que el asesor político que contratan conoce claramente su filosofía política; y aunque no la comparta al 100%, que al menos no se oponga radicalmente a ella.
4. Busque un asesor político lo más pronto posible
Mientras más pronto un consultor se comprometa con una campaña, más valor tendrá para el candidato, el partido, o cualquiera que sea su cliente. Si el asesor comienza cuando las decisiones importantes han sido tomadas, su valor potencial en la campaña será reducido.
5. Asigne a alguien como enlace directo con la campaña
No es bueno que el candidato sirva de enlace entre el asesor y la campaña. Debe existir un director de campaña que tenga acceso directo al candidato y proporcionar este acceso al consultor cuando sea necesario.
6. Decida quién va a saber que usted ha contratado un consultor
Dependiendo del país donde se esté trabajando, resulta delicado que se conozca públicamente que se trabaja con un consultor extranjero, así que lo más recomendable es ser muy discreto para evitar consecuencias negativas para el candidato.
7. Proporcione al asesor político las herramientas que él necesite
Diferentes consultores tienen diferentes requerimientos y las necesidades de un consultor pueden variar de campaña en campaña. El consultor es la persona más importante en la orquestación de todo el equipo de campaña, y como tal, debe ser provisto de todo el material que necesite.
8. Emplee la experiencia de su asesor político
Es cierto que el consultor político tiene más experiencia en campañas que el candidato y su personal y es por esta razón que se debe contratar y utilizar por completo. Sin embargo, hay que tener especial cuidado con el conocimiento que éste tenga sobre la cultura del país, pero nunca rechazar una idea “porque nosotros no lo hacemos así aquí”.
9. Escuche al consultor
Usted no está obligado a seguir el consejo de su consultor, pero debe por lo menos escucharlo. Usted está perdiendo su dinero y el tiempo del consultor si no lo hace.
10. Hable con su asesor antes de tomar una decisión importante
Es muy poco lo que un asesor puede hacer para rectificar una decisión incorrecta, pero muchas veces se puede prevenir a un cliente de tomar una.
11. Dígale a su consultor la verdad
No tiene sentido que usted le dé a su consultor una información incorrecta porque él basará importantes decisiones en esa información y quien saldrá perdiendo será su campaña.
12. Instruya a quienes trabajarán con su consultor para que cooperen con él
Si usted quiere sacarle provecho a su asesor, debe lograr que esté en contacto constante con lo que pasa en la campaña, ya sea directamente o a través de jefe de campaña, de otra forma el consultor no podrá saber qué pasa y por ende no podrá ayudar.
13. Use el tiempo de su asesor completamente
Resulta frustrante para el consultor e improductivo para la campaña que el consultor pierda tiempo para poder reunirse con las personas indicadas ya que eso se traduce en perdida de tiempo y dinero.
14. Organice su horario de visitas con antelación
Debido a las múltiples ocupaciones de los involucrados en una campaña incluyendo al asesor, resulta esencial que se diseñe un calendario de largo alcance para que todos lo involucrados en la misma conozcan los movimientos del consultor con anticipación.
15. Establezca un sistema de comunicación efectivo entre las visitas y úselo
El consultor debe estar siempre localizable para su cliente, por esta razón el director de campaña debe estar al tanto de donde ubicarlo en caso de una crisis.
16. Trate a su asesor como un miembro de su grupo de confianza
Asegúrese de que su consultor, o su representante, tengan acceso a toda la información que necesite y de que se le informe de todos los procesos de decisión cuando esté en el país.
17. Valore sus recursos de una manera realista
No se engañe cuando haga la valoración de los elementos con los que cuenta para realizar la campaña, ya que el consultor conocerá la verdad tarde o temprano.
18. No deje que el orgullo interfiera para ganar la elección
El objetivo de una campaña política es ganar y si usted necesita buscar una compañía de fuera del país para ello, hágalo. No se preocupe si lastima los sentimientos de las compañías de su país, que ponen en riesgo su triunfo.
19. No resalte la presencia del asesor si esto es perjudicial para la campaña
En ocasiones es mejor que el consultor mantenga un perfil bajo, en estos casos no haga mucho ruido cuando el consultor llegue al país.
20. Si usted no entiende un consejo de su consultor, pídale que se lo explique bien
Se supone que los consultores son comunicadores, así que lo menos que deben hacer es comunicar sus propias recomendaciones con eficacia.
21. Asegúrese de que las decisiones que han sido aprobadas se cumplan
Para garantizar esto es importante la presencia del director de campaña que se encargará de que se implementen las decisiones tomadas por el consultor.
22. Confíe en su asesor
Si no puede confiar en su consultor, usted ha contratado a la persona errónea. Si su consultor conoce sus problemas, puede estar preparado cuando éstos emerjan en la campaña.
23. Póngase de acuerdo sobre el calendario de pagos y cumpla con él
Si usted espera que su consultor cumpla con su trabajo, cumpla usted con su parte del acuerdo.
24. No tenga miedo de pedir ayuda
Si tiene un problema, llame a su asesor. No se preocupe si lo molesta, al consultor le gustará más recibir una llamada a medianoche que enterarse más tarde de una catástrofe que hubiera podido evitar.
25. No espere milagros
Ningún consultor tiene un record perfecto. Todo consultor va a ganar y perder algunas campañas. Nadie gana todas las elecciones; los mejores ganan la mayoría, de lo contrario no permanecerían en este negocio por mucho tiempo.
26. Un punto final
Si usted decide contratar un asesor, úselo: su consejo no le hará bien a menos que lo practique."
jueves, 18 de marzo de 2010
¿SE PUEDE COMPRAR EL VOTO?
Compartan conmigo este interesante articulo del periodista español Javier Ortiz,naciod en 1948 y fallecido el año 2009
Gianna Tassara
La carrera periodística de Javier Ortiz se inició en su ciudad natal, San Sebastián, cuando tenía 18 años. Asumió entonces la responsabilidad de diversas publicaciones clandestinas antifranquistas, lo que le dio experiencia, sobre todo, en detenciones y en cárceles. r Ortiz (1948-2009)
SE PUEDE COMPRAR UN VOTO
Con frecuencia me sorprendo de lo ingenuo que puedo llegar a ser. Ayer tuve sobrados motivos para volver a comprobarlo: estuve en una mesa electoral.
Siempre me había reido cuando la gente hablaba de comprar votos. ¿Cómo va a ser posible si el voto es secreto y tienes que meterte en la cabina para votar y la cabina tiene una cortinita y allí cada uno puede hacer lo que quiera? Claro que nunca había intentado yo comprar un voto, ni había nadie intentado comprar el mio.
Ayer comprendí cómo se hace eso. Os lo explico para que veáis qué fácil es.
Te pones fuera del local y le das un sobre cerrado (y rellenado por ti) al que tiene que votar. Lo observas todo el camino y compruebas que esa persona, tras no pasar por la cabina se encamina a la mesa. Observas cómo introduce el sobre (que tú nunca has perdido de vista) en las urnas. Asunto concluido.
No voy a decir qué representante de que partido hizo esto varias veces (en los pueblos se conocen todos) porque en Murcia han vuelto a arrasar y las consecuencias personales me pueden resultar terribles si se enteran que conozco su oscuro secreto, y que lo he revelado publicamente.
Así que, mejor aún, no habeis leido nada y nadie conoce a nadie. Shssss.....
Gianna Tassara
La carrera periodística de Javier Ortiz se inició en su ciudad natal, San Sebastián, cuando tenía 18 años. Asumió entonces la responsabilidad de diversas publicaciones clandestinas antifranquistas, lo que le dio experiencia, sobre todo, en detenciones y en cárceles. r Ortiz (1948-2009)
SE PUEDE COMPRAR UN VOTO
Con frecuencia me sorprendo de lo ingenuo que puedo llegar a ser. Ayer tuve sobrados motivos para volver a comprobarlo: estuve en una mesa electoral.
Siempre me había reido cuando la gente hablaba de comprar votos. ¿Cómo va a ser posible si el voto es secreto y tienes que meterte en la cabina para votar y la cabina tiene una cortinita y allí cada uno puede hacer lo que quiera? Claro que nunca había intentado yo comprar un voto, ni había nadie intentado comprar el mio.
Ayer comprendí cómo se hace eso. Os lo explico para que veáis qué fácil es.
Te pones fuera del local y le das un sobre cerrado (y rellenado por ti) al que tiene que votar. Lo observas todo el camino y compruebas que esa persona, tras no pasar por la cabina se encamina a la mesa. Observas cómo introduce el sobre (que tú nunca has perdido de vista) en las urnas. Asunto concluido.
No voy a decir qué representante de que partido hizo esto varias veces (en los pueblos se conocen todos) porque en Murcia han vuelto a arrasar y las consecuencias personales me pueden resultar terribles si se enteran que conozco su oscuro secreto, y que lo he revelado publicamente.
Así que, mejor aún, no habeis leido nada y nadie conoce a nadie. Shssss.....
lunes, 15 de marzo de 2010
EL LENGUAJE DE LOS OJOS
Es obvio que todos queremos saber lo que piensan de nosotros y que los demás no descubran ,a veces lo que pensamos,aquí va un adelanto chiquito de lo que estaré publicando mas adelante
Gianna
Esta es una clave muy importante. Una persona que no tiene contacto con sus ojos hacia los ojos de otra persona o el contacto que tiene es mínimo, esta transmitiendo un clásico signo de engaño. Una persona que está mintiendo va a tratar de realizar todo lo posible para evitar tener contacto con los ojos de otra persona. De manera inconsciente cree que usted podrá ver a través de sus ojos, y evitando el contacto su propio sentimiento de culpa no es tan alto. En general, cuando decimos la verdad o nos ofendemos por una acusación falsa, tendemos a estar completa mente enfocados y concentrados con la acusación. Y nosotros fijamos la vista con el acusador como diciendo que no me voy de ahí hasta llegar a lo más profundo del tema. En el lenguaje del político la actitud gestual es de suma importancia, el saber escuchar -¡no oír!-, en los procesos de comunicación y por supuesto mantener un buen contacto visual. Se debe aprender a mirar a los ojos a la otra persona mientras escucha. Sin embargo, es importante la manera como la persona mira. Los ojos dan clave de los pensamientos de las personas.
Existe un vínculo rígido entre palabras y movimientos. Cuando un orador señala en cierta dirección, debería hacer una afirmación que le corresponda. Justamente porque hay vinculaciones adecuadas es comprensible que hay personas que fuerzan esas vinculaciones y las empleen de modo incoherente
Gianna
Esta es una clave muy importante. Una persona que no tiene contacto con sus ojos hacia los ojos de otra persona o el contacto que tiene es mínimo, esta transmitiendo un clásico signo de engaño. Una persona que está mintiendo va a tratar de realizar todo lo posible para evitar tener contacto con los ojos de otra persona. De manera inconsciente cree que usted podrá ver a través de sus ojos, y evitando el contacto su propio sentimiento de culpa no es tan alto. En general, cuando decimos la verdad o nos ofendemos por una acusación falsa, tendemos a estar completa mente enfocados y concentrados con la acusación. Y nosotros fijamos la vista con el acusador como diciendo que no me voy de ahí hasta llegar a lo más profundo del tema. En el lenguaje del político la actitud gestual es de suma importancia, el saber escuchar -¡no oír!-, en los procesos de comunicación y por supuesto mantener un buen contacto visual. Se debe aprender a mirar a los ojos a la otra persona mientras escucha. Sin embargo, es importante la manera como la persona mira. Los ojos dan clave de los pensamientos de las personas.
Existe un vínculo rígido entre palabras y movimientos. Cuando un orador señala en cierta dirección, debería hacer una afirmación que le corresponda. Justamente porque hay vinculaciones adecuadas es comprensible que hay personas que fuerzan esas vinculaciones y las empleen de modo incoherente
viernes, 12 de marzo de 2010
EL CANDIDATO IDEAL
Un fuerte resfrio me alejo de mi pc, pero aqui estoy de nuevo esta vez para compartir el analisis de un libro hecho por un experto el Dr. Alfredo Iturrigaray, escritor y analista mexicano,autor del libro "Tlaltelolco"que nos servira para ampliar nuestros conocimientos en esta area,espero les agrade y por favor escriban y diganme que tipò de informacion les gustaria ler ,en que tema buscan asesoramiento
gracias
Gianna
Alfredo Iturrigaray
fmbroadcast02@hotmail.com
Desde los comienzos de la civilización se ha reflexionado acerca de las virtudes de los buenos gobernantes y de los políticos en general, pero con la aparición del problema de seleccionar a los hombres para asumir el poder político mediante el voto de los ciudadanos comunes, surgieron los candidatos que, con su toga de color blanco, candidus, se esforzaban por simbolizar su pureza, la cual exponían al escrutinio público.
El candidato es el recurso más valioso para las campañas políticas; él es el que está al centro de la campaña; él es la raspón por la cual existe ésta y es el asunto principal a partir del cual el elector juzgará la campaña; un candidato inadecuado puede provocar la ineficacia de todas sus acciones y el desprestigio del partido por largo tiempo.
El objetivo del presente ensayo es analizar la figura del licenciado Gonzalo Vigueras, personaje de la obra narrativa de Enrique Berruga, El Martes del Silencio (1), como candidato a ocupar la gubernatura provincial de un Estado del norte del país. ¿Qué errores se cometieron al lanzarlo como candidato para ocupar un puesto estratégico e importante en la región? Indudablemente muchos, comenzando con la desesperanzadora dirección de la campaña electoral a cargo de Salvador Pizarro; sin embargo me limitaré a comentar únicamente los desaciertos en la elección en la figura de Vigueras por parte del partido oficial como candidato.
Hoy, en las sociedades democráticas modernas, el problema de evaluar las virtudes de los candidatos que garanticen el mejor desempeño posible de los puestos públicos, se ha vuelto tan complejo como las propias tareas del gobierno, de modo que ahora las virtudes de un buen candidato no son necesariamente las mismas de un buen gobernante, pues la capacidad de comunicación persuasiva , determinante para el éxito de una campaña, no es suficiente para el manejo competente del gobierno. Por eso, en países como Estados Unidos y recientemente en nuestro país, han aparecido voces de alerta de que, más que políticos y estadistas, el sistema electoral se está produciendo muy buenos “campañistas”.
Enrique Berrguga nos muestra a un Gonzalo Vigueras, sin esa capacidad de comunicación, ya no digamos persuasiva, sino de comunicación oral. Un candidato que se salta párrafos de un discurso preparado (seguramente de la autoría de algún asesor) sin conocer a los electores, un candidato que no sabe llamar la atención de su público, que no sabe qué decir al electorado; al fin y al cabo, un candidato que ni siquiera espera los aplausos al finalizar su discurso y que está consciente de su fracaso en cuanto a su capacidad comunicativa.
Diversos autores contemporáneos han vuelto a pensar acerca de las cualidades deseables en un candidato (2), a la luz de las exigencias de las campañas electorales modernas, las cuales se esfuerzan por presentar a los candidatos como poseedores de las mejores cualidades que el electorado considera importantes en sus representantes.
Para González Llaca (3), la teoría y la práctica se han encauzado hacia la búsqueda de los elementos públicos y privados del hombre político ideal, que garanticen la confianza y la popularidad; según Schwartzenberg (4), por ejemplo: 1) Edad, títulos, experiencia profesional. 2) Hijo del pueblo y self made man. 3)El knack. 4) La esposa. 5) El círculo familiar. 6) Vestimenta. 7) La patria chica. 8) Competencia. 9) Energía. 10) Innovador. 11) Abierto al diálogo. 12) Sencillez. 13) Rigor moral. 14) Su sentido del humor, su sonrisa, su alegría de vivir. 15) Su ocio.
Víctor Gordoa (5), asesor en imagen pública, ha diseñado la imagen del candidato ideal: debe representar un ser influyente, experimentado, pacífico, entrenado, honesto, seguro, activo, sano, informado, dulce, justo, calificado, franco, liberal; en contraposición, no debe representar el no tener influencia, no ser experimentado, ser querellador, carecer de entrenamiento, ser deshonesto, tímido, pasivo, enfermo, estar mal informado, ser agresivo, injusto, no tener calificación, ser hipócrita y conservador. Para Gabriela Vargas (6), el retrato ideal del candidato es: competente, honesto, abierto al diálogo y enérgico.
Con base en los autores contemporáneos mencionados y de acuerdo con sus planteamientos sobre el candidato ideal, procederé a hacer el análisis pertinente a Gonzalo Vigueras. El candidato estuvo muy lejos de asegurar la popularidad a la que se refiere González Llaca, en cuanto a que nadie tenía conciencia de su identidad ni de su carrera pública, a pesar de las biografías, ensayos, boletines y monografías difundidos por el partido. Era tal el desconocimiento de la figura política del candidato por parte de los electores, que incluso lo considerarían un ser mitológico por la lejanía que sentían ante el imponente rostro que aparecía en los carteles en cada esquina de los poblados.
No era hijo del pueblo, era descendiente de una estirpe de terratenientes y comerciantes de opulencia. El único contacto que tuvo con la masa popular, se limitó a la época en que carecía de automóvil y utilizaba cotidianamente el metro, relacionándose y sudando hombro con hombro con obreros y los trabajadores de la capital. Lo irónico es que el mismo partido que lanzaba su candidatura difundía estos hechos, haciendo ellos mismos, la llamada en el proceso electoral “campaña negativa”.
Vigueras acostumbraba a vestir “de blanco hasta las suelas de los zapatos (7)” en un intento por reflejar la pureza de su persona. Esta imagen más que reflejar la imagen de un hombre puro, refleja un hombre anticuado, conservador y con un gusto fatal en el vestir.
Según los boletines oficiales, abandonó el seno familiar para someterse a los rigores de los estudios. Percibo yo más que una ventaja en abandonar el seno familiar para dedicarse a los estudios, una desventaja, pues la sociedad latinoamericana es una sociedad tradicionalista por excelencia, donde lo familiar es algo “sagrado”. Aunado a lo anterior, Vigueras no se cuidaba de esconder una relación amorosa “ilegítima” con una mujer estadounidense, Linda Brown, que además de no ser formalmente su esposa era de origen extranjero.
De acuerdo con Francisco Barranco (8), experto en cuestiones de marketing político, las características del candidato ideal son: joven, 40 años. Físico atractivo, pero no determinante, más valorado por el sexo femenino e inversamente proporcional al nivel cultural del entrevistado. Máxima honradez y sinceridad en sus planteamientos. Gran simpatía. Respetuoso de la religión católico. Progresista, pero no revolucionario. Pasado democrático. Carácter fuerte, enérgico. Buen orador. Pragmático y abierto a pactos con partidos o grupos. Realista en su ideología. Dinámico y activo. Pacifista, pero dispuesto a defender la soberanía y la independencia. Ideología centro izquierda moderado. Capacidad de decisión. Formación universitaria, aunque no determinante. Experiencia política suficiente, también en la empresa. No representar poder fáctico distinto al democrático. Curiosamente, el estudio de Barranco además encontró una ligera preferencia por parte de la población mundial al sexo masculino, indiferencia hacia un apellido famoso y hacia la relación con la administración del Estado.
En cuanto a la imagen física de Gonzalo Vigueras, lo que se puede saber con la narración de Enrique Berruga, es que el candidato era un hombre delgado, esquelético (“sus piernas, verdaderos litigios del sedentarismo burocrático (9)”), descolorido y débil (sus guardaespaldas lo protegían de los embates del clima), características que distan mucho de un físico atractivo y que con seguridad no resultaban atractivas para el electorado femenino. A esto debemos agregar la mirada agresiva y el comportamiento autoritario que exhibía en las campañas.
Gonzalo Vigueras sí poseía la formación universitaria requerida, era egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional y poseía estudios en la Uniersidad de Georgetown en Estados Unidos. Después de realizar estos estudios, Vigueras ingresó inmediatamente a las filas de la burocracia nacional; en cuanto a la experiencia empresarial mencionada por Barranca, Gonzalo Vigueras rechazó las ofertas de trabajo que le hicieron varias empresas trasnacionales. Su experiencia política estaba inmersa en el sistema político predominante, el repudiado por la mayoría por sus acciones antidemocráticas.
Enrique Berruga menciona que el partido “jamás contempló la utilidad que le podría haber reportado aliarse con líderes naturales (...) para asegurar el triunfo de las elecciones (10)” lo que demuestra la incapacidad de apertura hacia nuevos colaboradores o aspirantes al poder así como una inminente intolerancia por parte del grupo político.
Antes de la visita del candidato Vigueras a cualquier poblado, los ciudadanos eran obligados por las autoridades regionales a barrer las calles; limpiar los monumentos públicos; cubrir “las paredes de pintura partidista, de mensajes políticos y de llamados a repudiar la influencia nefasta de cualquier cosa que no se pareciera o no se identificara con el licenciado Vigueras (11)”; a construir un estrado para que el candidato le dirigiera a la población algunas palabras; y finalmente a asistir puntualmente al mitin político donde sonaría la música y se oirían los vítores hacia el candidato ensayados semanas antes de su llegada. A pesar de todos los preparativos y de la afluencia obligada de la población (harta de toda esa farsa política), Vigueras se daba el lujo de llegar tarde a las citas; de nada servirían las fiestas que el partido y las autoridades locales preparaban, pues para cuando llegaba el candidato la población se encontraba cansada, aturdida y desolada.
Para Cathy Allen (12), los atributos positivos de algunos candidatos son: buen sentido del humor, capacidad para delegar, para hablar en público y para responder a preguntas difíciles; buenas relaciones con la prensa; facilidad para solicitar contribuciones; orientación hacia el trabajo duro; físicamente en buena forma; capacidad para el estudio rápido y habilidad para hacer sentir cómoda a la gente. En contraste, los principales atributos negativos de los candidatos son la aversión a pedir dinero para su campaña, temperamento que responde fuertemente al más ligero estímulo, dificultad para delegar, ser reservado y abrupto, dificultad para enfocar problemas de drogadicción o alcoholismo, tendencia a pontificar, combatividad y dificultad para confiar en los demás.
Como se puede corroborar con lo anteriormente expuesto, Gonzalo Vigueras distaba mucho de ser un buen candidato, un buen campañista y ya no digamos un buen político; su “única virtud consistía en poseer una lealtad canina hacia las autoridades del partido y hacia la burocracia estatal (13)”. Este candidato inadecuado es lo que provocaría la ineficacia de todas sus acciones en el gobierno y el desprestigio total del partido en la región.
Probablemente este problema, que se generaría meses más tarde después de la elección en aquella provincia, no tuvo su origen en el candidato que pasaría a ser gobernador (no por ser electo democráticamente), sino en el hecho de que el partido haya optado por un candidato que carecía de todas las capacidades mínimas requeridas, tanto por los estudiosos del proceso electoral, como del ciudadano común: “sin capacidad de comunicación, sin prestigio y sin ascendencia entre la población (14)”; de esto último su compañero de generación, Lorenzo Arvizu, llegó hacer mofa de él en una tertulia que ofreció Salvador Pizarro a los egresados de la Facultad de Derecho: “los únicos que podían acordarse de él en su pueblo eran las enfermeras que asistieron en el parto y la nana que le suministraba sus papillas (15)”.
Sin embargo, todas las virtudes y defectos señalados para los candidatos, según los estudiosos, a mi modo de ver, son culturales y contingentes a un determinada situación; asimismo, las características positivas y negativas al concretarse en una persona determinada forman un conjunto en donde algunos rasgos se equilibran y otros sobresalen o nulifican a los demás, y es este conjunto el que forma la personalidad o imagen pública de un candidato, el que puede ser o no atractivo para el electorado. De ahí la necesidad de la investigación de los candidatos en cada elección, porque no existe un modelo ideal para todas partes, para todo tiempo y para todos los electores; pese a que algunas cualidades, las deseables en cualquier persona, parezcan repetirse en el pensamiento de la mayoría de los autores mencionados así como para el electorado en general.
UN POLITICO PIENSA EN LAS PROXIMAS ELECCIONES,UN ESTADISTA EN LAS PROXIMAS GENERACIONES
Para George Bush estos eran los puntos claves de un buen politico, que pretendía ser Presidente:• Respeto de los mercados libres.• Respeto de las libertades individuales.• Respeto a los derechos humanos• Respeto de las oportunidades económicas verdaderas —no solo retóricas. No ser una amenaza para sus vecinos y tener buenas relaciones con ellos".• No dar "ningún apoyo al narcotráfico, al terrorismo internacional ni al crimen internacional".Para José Alberto Mujica Cordano presidente electo en el 2009 para Uruguay periodo 2010 2015Por el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, con un pasado guerrillero y ex senador"Un candidato a presidente tiene que tener "más de sicología humana y de boliche que de técnico". "Para técnicos están los tipos que él tiene que convocar".Estas premisas que han llevado a estos hombres al poder y que les han servido de slogans, durante su campaña, denotan que la elección de un mandatario no siempre se rige a parámetros pre.establecidos.Es por eso que el manejo de las campañas, o Marketing Electoral debe ser acorde a cada realidad, a cada paisa análisizar que es lo que quiere el elector de él, claro está sin perder la perspectiva de la problemática nacional.Haciendo un breve análisis y repaso del comportamiento electoral de los votantes en los últimos procesos electorales, se puede observar que los programas electorales se ubican como el tercer factor en importancia, de parte del elector, a la hora de emitir su voto, muy por debajo del candidato y el partido, situados en el primero y segundo lugares respectivamente.El problema radica en que lamentablemente, el político quiere concitar en sí mismo la fuerza de muchos para así consolidar su propia fuerza. Es así que no pretende establecer con sus electores un nexo en términos de representación; no le interesa ser el motor de una acción que concrete el futuro por ellos deseado, porque el político no es la sociedad sino el mercado.Es por eso que en estas próximas elecciones mueven a una profunda reflexiona buscar el mejor de los mejores, el que vaya mas allá de las propuestas profundas o ligeras.Votemos por el que piense como estadista, no como político.SinceramenteGianna
jueves, 11 de marzo de 2010
ETICA PARA EL BUEN OFICIO POLITICO
A continuación quiero comparto con Uds. el capítulo VII de la Parte II del Libro "Sueños, Realidades, Fantasías" de la Política (Una crisis generacional), ” de Hugo Sirio Escobar Hugo Sirio nació en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, el 4 de Septiembre del año 1951, milito en el Movimiento Nacional Justicialista desde 1989.En el año 2004 comenzó a desarrollar un arduo trabajo digital en Internet, sus emisiones fueron EL FEDERAL (Emisión Digital Independiente) y BAJO LA LUPA, superando más de 500 emisiones ininterrumpidas en cada lanzamiento. El 5 de Marzo de 2008 falleció a consecuencia de un infartoHugo Sirio fue un periodista y político honesto que siempre velo por la ética.
Gianna
Ética para el buen oficio político
"El idealismo asigna al político un papel preponderante en todos sus actos, sin este principio fundamental estamos en presencia de un sujeto que nos lleva a un fracaso seguro." H. SirioFácilmente comprenderemos que la ética necesaria para este oficio es muy exigente. Los dilemas éticos que enfrenta el buen político son permanentes. En casi todas las decisiones importantes hay más de un bien ético en juego y la información sobre los costos y beneficios de toda decisión nunca es suficientemente precisa (a veces ni si quiera está claro lo que conviene ya no al país sino al político que decide). Desde luego siempre hay un límite por debajo del cual las decisiones son éticamente reprobables, pero los contornos son borrosos (¿dónde termina la política industrial razonable y comienza la concesión a las empresas poderosas de privilegios que deteriorarán la institucionalidad propia del mercado eficiente?). En general, en contextos decisionales específicos, casi nunca se impone una sola solución como la única éticamente correcta. La grandeza de la política reside en que, una vez rechazadas las decisiones abiertamente contrarias a los intereses generales, hay que optar entre bienes públicos igualmente valiosos. En estas decisiones se mezclan conocimiento, razón, sensibilidad, valores, cálculos, azar... Es el momento egregio de la política que no puede ser sustituido por ningún manual o consultor. Es también el momento de la libertad y la vida en toda su plenitud. Son los momentos en que hacemos historia.Seguidamente nos vamos a permitir la audacia de establecer una serie de principios éticos que deben ser considerados en el oficio de buen político. Aunque esta exposición no tiene en absoluto valor de conocimiento académico, tampoco es una mera ocurrencia. Además de reflejar la reflexión sobre la propia experiencia, se apoya en algo más objetivado: la convicción de que los buenos políticos son los que mejoran constante y decididamente la gobernabilidad del país, su sistema institucional en sentido amplio, al que consideran el mejor activo para lograr el desarrollo.Los buenos políticos son hombres y mujeres prácticos. Tras un discurso como éste tenderán siempre a preguntar. Bueno, ¿y qué puedo hacer yo para que la ética fortalezca el buen desempeño de mi oficio? Cómo además son inteligentes y vivos, si se les ofrece un manual lo rechazarán, pero seguirán inquiriendo ¿existen algunos principios o guías que me ayuden a ver mejor las exigencias de mi oficio y a cultivar el desarrollo personal necesario? El oficio de buen político no se aprende en una maestría. Las maestrías enseñan a gestionar y a administrar. Los buenos políticos siempre son líderes y emprendedores, hacen historia. Ellos no nacen, se hacen a sí mismos por la determinación de ponerse al frente y hacer una diferencia positiva. En el bien entendido que, como decía Peter Drucker, sólo es líder el que tiene seguidores. Los buenos políticos se esfuerzan siempre, como los grandes artistas y todos los creadores. Nunca se puede decir ya domino plenamente el oficio, como nunca se puede decir, por ejemplo, que el violín o la guitarra ya no tienen secretos para mí. Los buenos políticos mueren aprendiendo y para aprender practican permanentemente las disciplinas que les ayudan a dominar su oficio. Para ello necesitan guías o principios éticos y ahí van unos cuantos: Subjetivamente se esfuerzan por el autoconocimiento y el autodominio. Sin ello es imposible la autenticidad, la integridad. Sin ello no se logra inspirar confianza ni se consigue la buena comunicación. Comunicar no es hablar bien, ni siquiera expresar buenas cosas, sino conseguir la atención y el respeto de las audiencias, lo que se hace imposible si la audiencia no percibe autenticidad en los mensajes, es decir, si no reconoce una coherencia básica entre el mensaje y la trayectoria de vida. ¿Conozco mis motivaciones y ambiciones últimas? ¿Tengo una medida adecuada de mis capacidades? ¿Soy capaz de reconocer y resistir las peores tentaciones del poder? ¿Sé encontrar los espacios de recogimiento en los que me pregunto permanentemente quién soy, qué pretendo, para qué estoy en este mundo? ¿Conozco mis modelos mentales? ¿Soy capaz de comprender los modelos mentales de mis interlocutores y adversarios sin dejar de ser fiel a mis propósitos? ¿Soy capaz de resistir al oportunismo del cambio? ¿Soy capaz de cambiar cuando resulta necesario? Los buenos políticos tienen un compromiso con la realidad que pretenden transformar. Buscan el conocimiento y la información necesarias no sólo para operar en la realidad sino para transformarla. Para ello generan sistemas de información y de conocimiento, construyen equipos, establecen "sensores" y sistemas de alerta. Saben que no pueden saberlo todo, pero que es imperdonable cometer errores por no contar con la información necesaria y disponible. Pero el tipo de información y conocimiento que precisan es diferente de la información y el conocimiento que construye la ciencia y la técnica. Éstos producen conocimiento codificado, fácilmente comunicable, dotado de gran valor objetivo en tanto no se halle falseado. Es loco ir contra el conocimiento científicamente bien establecido. Por eso el buen político se rodea de asesores que están al día y, por ejemplo, supera viejos esquemas ideológicos e interioriza las lecciones aprendidas por la comunidad internacional en materia de desarrollo. El compromiso con la realidad es compatible y se refuerza con la firmeza de los valores y los principios, pero es incompatible con el apego dogmático a esquemas ideológicos periclitados. El buen político no desarma la ideología para caer en el pragmatismo más oportunista; contrariamente afirma valores y principios, desarrolla nuevos conceptos, imágenes y eslóganes movilizadores y con todo ello adapta viejas y respetables ideologías a las nuevas realidades.El tipo de información y de conocimiento que precisa el buen político es muy diferente del conocimiento científico y experto: necesita conocer los desafíos, las oportunidades y amenazas, los actores estratégicos, sus ambiciones y sus miedos, sus estrategias, necesita conocer muy bien los conflictos actuales y potenciales, los recursos y alianzas que puede movilizar, su consistencia y durabilidad... necesita, en definitiva, crear los sistemas de información y conocimiento precisos para formular y desarrollar buenas estrategias de cambio. Para ello tiene que desarrollar una capacidad de pensamiento sistémico y estratégico, de reflexión y de indagación, tienen que ser capaces de comprender el sistema.El mero operador político conoce personas y hechos, gestiona conflictos y compra ambiciones, pero no tiene rumbo. Pone su conocimiento como máximo al servicio de las próximas elecciones. No sabría ponerlo al servicio de las próximas generaciones, porque no tiene visión, no tiene metas y propósitos de cambio. Su pasión por el poder se agota en sí misma. Para él el poder no es instrumental para el desarrollo humano. El buen político ve y va más allá, es capaz de ver procesos lentos y graduales, sabe aminorar el ritmo frenético para prestar atención no sólo a lo evidente sino a lo sutil. Busca más allá de los errores individuales o la mala suerte para comprender los problemas importantes. Trata de descubrir las estructuras sistémicas que modelan los actos individuales y posibilitan los acontecimientos. Sabe que esas estructuras que se trata de cambiar no son exteriores pues son las propias instituciones en las que él opera y a las que pertenece. Sabe que lo fundamental es comprender cómo su posición interactúa con el sistema institucional real. Pero a medida que comprende mejor las estructuras que condicionan su conducta ve con más claridad su poder para adoptar las políticas capaces de modificar las estructuras y las conductas. Sabe que todos formamos parte del sistema que se trata de reformar. Para él no hay nada externo y por eso comprende mejor que nadie la sabiduría de la vieja expresión "hemos descubierto al enemigo: somos nosotros". Los buenos políticos se orientan siempre a elevar la gobernabilidad, la institucionalidad existente. Cuando los políticos hacen algo notable pero no lo dejan institucionalizado, la supervivencia del progreso logrado es problemática. Suele desaparecer con su creador, que no habrá sido un buen político al no lograr su institucionalización, al hacer depender de su persona el progreso, al no haber elevado la gobernabilidad. Oí decir una vez a un interlocutor anónimo que "los únicos caudillos que valen son los que acaban haciéndose prescindibles creando buenas instituciones". Esta frase expresa el concepto que Maquiavelo tenía del buen Príncipe, que es el que fija en buenas instituciones el futuro progreso de la República. Esta sabiduría histórica se corresponde con resultados muy recientes y reveladores en el ámbito de las relaciones entre gobernabilidad y desarrollo. En particular los trabajos de Kaufmann y su equipo desafían la creencia convencional de que la producción de crecimiento acarreará inevitablemente mejoras en la gobernabilidad. Contrariamente, sus trabajos revelan que mientras existe una relación causal y a largo plazo entre buena gobernabilidad y crecimiento duradero y de calidad, la causalidad no funciona en sentido inverso. Lo que ratifica que la gobernabilidad no es un bien de lujo, sino un bien público que es necesario cultivar en todos los estadios del desarrollo. El buen político sabe que la gobernabilidad exigida por el desarrollo humano es la gobernabilidad democrática. Sabe también que la democracia es un sistema exigente que no debe confundirse con las meras aperturas electorales, las pseudo-democracias, semidemocracias, las democracias delegativas u otras expresiones descriptivas de las formas más o menos imperfectas de democracia de que disponemos en la región. El buen político sabe que la democracia es un proceso complejo y de fin abierto, en el que se experimentan avances y retrocesos. Sabe que la calidad democrática depende de un criterio fundamental: el grado de igualdad política efectiva que el sistema político permite. Sabe que la opción democrática no es sólo una opción de conveniencia que se justifica por las ventajas positivas que la democracia aporta; no es un demócrata por defecto; es demócrata también por una convicción ética desde la que cree en la superioridad moral de la democracia sobre cualquier otro sistema político. Dicha convicción es la afirmación axiomática de la igualdad humana intrínseca, de que el bien de todo ser humano, cualquiera que sea su condición, es intrínsecamente igual al de cualquier otro. La igualdad política no es obviamente una constatación empírica sino un juicio moral sobre el que se interioriza un imperativo categórico. Su formulación más conocida es la que en 1776 hicieron los autores de la Declaración de Independencia Norteamericana: "Sostenemos como evidente estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Esta afirmación no es ni una manifestación de cinismo no una descripción de la realidad. Es sencillamente un juicio moral que afirma el deber moral de tratar a todas las personas como si poseyesen una igual pretensión a la vida, la libertad, la felicidad y otros bienes e intereses fundamentales. Significa igualmente que ninguna persona está tan definitivamente mejor cualificada que otras para gobernar como para dotar a cualquier de ellas de autoridad completa y final sobre el gobierno del Estado. Significa que los derechos de participación política han de ser asignados por igual y que deben crearse las condiciones para que toda persona adulta pueda enjuiciar lo que sea mejor para su propio intereses y para los intereses generales.Sabe que sin igualdad en la participación política, sin una representación política de calidad, sin inclusión política real y efectiva, la acción social de los gobiernos tenderá siempre a ser paternalista y clientelar. El único gobierno que puede satisfacer plenamente las exigencias del estado social es aquel en el que participa todo el pueblo; que cualquier participación, incluso en las más nimias funciones públicas, es útil; que la participación debe ser tan amplia en todas partes como permita el nivel general de mejoramiento de la comunidad; y que nada puede ser tan deseable en último término como la admisión de todos a compartir el poder soberano del Estado. Pero dado que, en una comunidad que exceda el tamaño de una pequeña población, todos no pueden participar personalmente sino en alguna porción mínima de la acción pública, el resultado es que el tipo ideal de un gobierno perfecto debe ser el representativo.El buen político dispone de una estrategia de desarrollo, que ve como parte de un proyecto nacional. Son este proyecto y estrategia lo que da sentido a sus decisiones particulares y le ayuda a movilizar los recursos y a construir las coaliciones necesarias para enfrentar los conflictos inherentes al cambio. El proyecto del buen político no es un plan irrealista, voluntarista, de esos que plantean y prometen resolver bajo su mandato todos los males patrios y que normalmente acaban en populismo, frustración, desgobierno y división nacional. Desde el imperativo ético de conocer la realidad, el buen político sabe las constricciones con que cuenta, sus recursos y alianzas y propone sólo aquellos cambios que con su liderazgo devienen viables y factibles. Sabe que son los éxitos en los primeros pasos y conflictos los que le permitirán ampliar sus alianzas y seguir avanzando hacia objetivos más ambiciosos. Sabe que por mal que estemos, nada hay que no sea empeorable, y se mueve tan decidida como cuidadosamente. Como buen demócrata sabe que no hay buen gobierno sin fuerte compromiso social. Que el imperativo moral de la igualdad política impone avanzar decididamente hacia la creación de las condiciones que hacen que la igualdad y la libertad sean reales y efectivas. Que la democracia sólo es una fachada para la gente que, víctima de la indigencia o la pobreza, no puede realizar su derecho a la igualdad en la participación política y se ve forzada a renunciar o a transar con sus derechos políticos. Que en sociedades profundamente desiguales o hasta estructuralmente dualizadas como las nuestras o la democracia sirve para ir creando las condiciones económicas y sociales de la igualdad política o la democracia se deteriora inevitablemente. Por ello mismo entiende el compromiso democrático como inseparable e integrante del desarrollo humano. Sabe que no hay proyecto democrático sin proyecto de desarrollo. Sabe que aún está lejos el día de la verdadera democracia que será cuando ningún/a latinoamericano/a, desde la libertad conquistada, deje de mirar a los ojos a cualquier otro. Pero se sabe al frente y responsable de un tramo significativo de este viaje. El buen político ha aprendido que los avances económicos y sociales que no quedan institucionalizados en la cultura cívica y política democrática (como los experimentados en tantos populismos y autoritarismos latinoamericanos) son una bomba del tiempo para el desarrollo humano sostenible del país. La cultura del beneficio o caridad social a lo Evita Perón o de tantas otras primeras o segundas damas no produce ciudadanos sino clientes y asistidos. La ciudadanía es una extensión de la cultura de los derechos que debe quedar fijada y garantizada en las instituciones del Estado social y democrático de derecho. Si las mejoras sociales no se acompañan con esta institucionalidad, entonces sólo hay un espejismo de desarrollo que propala malas culturas políticas que acabarán cobrando un alto precio a los países en los que arraiguen.6. Los buenos políticos impulsan siempre la transparencia, combaten la opacidad en la que se envuelven siempre los malos políticos. Sin transparencia en el ámbito público tiene poco sentido la participación política y se hace muy difícil la rendición de cuentas. La transparencia se mide por el grado que un sistema institucional permite a los ciudadanos o a las organizaciones interesadas acceder eficazmente a información relevante, confiable, suficiente y de calidad en el ámbito económico, social o político que resulte necesario para la defensa de sus intereses o para su participación en la definición de los intereses generales. Estos flujos de información no pueden ser asegurados por los mercados, en parte porque puede haber beneficios importantes derivados de la no revelación. Por eso el rol de la política y del estado resulta crítico en este punto, aunque nada fácil pues también hay rentas políticas derivables. La orientación a la transparencia no es sólo una exigencia de la lucha contra la corrupción. Es también una condición para avanzar la calidad de la democracia y generar buena cultura política. Pero no basta sólo con la transparencia en el ámbito público. El buen político sabe que hoy la definición y realización de los intereses generales no es ningún monopolio del gobierno, pues éste se ve obligado a decidir y actuar en redes de interdependencia con las empresas y, a veces, con algunas organizaciones sociales. Si éstas relaciones no son transparentes, resulta muy alto el riesgo de extorsión de las empresas por los políticos, de captura del gobierno por las empresas, o de connivencias entre unos y otros contrarias a los intereses generales. Por eso el buen político sabe que la exigencia de transparencia, como imperativo de buena gobernabilidad, alcanza tanto al sector público como al privado así como a las relaciones entre ambos. Hoy la gobernanza gubernamental ya no es separable de la consideración de la gobernanza empresarial cuando nos planteamos la construcción de una verdadera gobernanza democrática. Y la letanía de escándalos, encabezada por Enron y Worldcom, que ha recorrido el mundo pone de manifiesto las graves consecuencias en el ámbito público de profundos defectos en la gobernanza corporativa. Por eso las políticas de transparencia deben incluir a los gobiernos y a las empresas. Los buenos políticos enfrentan constantemente el desafío de la captura del estado ya sea por grupos políticos, burocráticos, de negocios, financieros o sindicales privilegiados. No olvida la sabiduría de Adam Smith quien advirtiera que "rara vez se verán juntarse los de una misma profesión u oficio, aunque sea con motivo de diversión o de otro accidente extraordinario, que no concluyan sus juntas y sus conversaciones en alguna combinación o concierto contra el beneficio común, conviniéndose en levantar los precios de sus artefactos o mercaderías". Saben que en los mercados y las democracias imperfectas todos los grupos de interés con acceso al gobierno tratan de atentar contra los intereses generales, propenden a la opacidad y ocultan sus intereses particulares bajo el velo de los intereses generales. En especial prestan atención al dato crecientemente revelado por investigaciones empíricas de la gravedad de la tendencia de algunas empresas y conglomerados empresariales –incluidos los internacionales- a afectar ilícitamente la formación de políticas, leyes y regulaciones estatales. De las crisis vividas en Asia, Rusia y América Latina hemos aprendido que el sector financiero ha estado especialmente involucrado en la captura del estado con consecuencias muy negativas para la gobernabilidad general. Los datos existentes indican una correlación fuerte entre el grado de solidez bancaria y el nivel de control de la corrupción. Estos datos apuntan en el sentido de que una estrategia de fortalecimiento de la gobernabilidad no podría dejar de considerar el fortalecimiento de la gobernanza de las corporaciones privadas y en particular del sector financiero (Daniel Kaufman, ob.cit. , P.17. El buen político sabe distinguir entre las instituciones del mercado y las empresas actualmente existentes. Sabe que a largo plazo el determinante fundamental del número, la calidad, productividad y competitividad de las empresas estriba en la calidad de las instituciones del mercado. Sabe también que necesita la colaboración del sector empresarial existente o al menos de una parte significativa del mismo para impulsar una mejor institucionalidad del mercado y de las relaciones entre las empresas y el estado. Pero sabe que el gobierno ha de ser mucho más favorecedor del desarrollo de los mercados que de los negocios. Salvar o fortalecer empresas sin asegurar su capacidad para sobrevivir o desarrollarse en entornos de mercados más amplios y perfeccionados equivale a proteger campeones de mercados imperfectos y a bloquear en consecuencia y más pronto que tarde el desarrollo. Sabe lo difícil que resultan estas decisiones y trata de desarrollarlas con transparencia y buscando las difíciles alianzas con las que enfrentar los inevitables conflictos. Respeta la empresa y la riqueza obtenida a través de ella, pero siempre que, tal como exigía Adam Smith, no se hayan obtenido violando "las reglas de juego limpias", es decir, siempre que se haya buscado el propio interés "por un camino justo y bien dirigido". Por eso, como Adam Smith también enseñó, sabe que defender la libre empresa es diferente de defender a los empresarios, pues éstos, en ausencia de instituciones garantizadoras del "camino justo y bien dirigido" (principalmente la libre competencia y una política industrial coherente con ella) tenderán a realizar su propio interés a costa del interés común El buen político sabe además que si no hay buenas reglas del juego y buen manejo de las relaciones entre el gobierno y las empresas, es la propia democracia la que se acaba poniendo en riesgo. El buen político sabe que no es el capitalismo sino su forma institucional específica de economía de mercado lo que constituye una condición favorecedora de la democracia. Pero no se le oculta que la estrecha relación entre democracia y economía de mercado oculta una inevitable paradoja: si bien el desarrollo de las economías de mercado producen transformaciones económicas y sociales que propenden a la democratización política, no es menos cierto que la economía de mercado al provocar una distribución muy desigual de muchos recursos clave (riqueza, ingresos, status, prestigio, información, organización, educación, información y conocimiento...) determina que unos ciudadanos tengan una influencia mayor que otros sobre las decisiones políticas. La consecuencia es que, de hecho, los ciudadanos no son iguales políticamente y, de este modo, la fundamentación moral de la democracia, la igualdad política, se ve seriamente vulnerada.7. Los buenos políticos se orientan a la rendición de cuentas y a la asunción de responsabilidades. Saben que sin buenos sistemas de transparencia y responsabilidad el ejercicio del poder no puede superar los riesgos a que está continuamente sujeto. No cree que los políticos sean corruptos, pero sabe que todos –comenzando por él mismo- somos corruptibles. Por eso aunque valora el discurso se esfuerza porque se traduzca en instituciones eficaces de rendición de cuentas. Nuevamente sabe que las buenas instituciones son las que hacen que todo funcione correctamente cuando nos flaquea la ética. Que la tendencia del ser humano a acrecentar y abusar del poder corre paralela a la propensión a ocultar la información y silenciar la crítica, a exigir responsabilidades desde la oposición y a boicotear su exigencia y producción desde el gobierno.Pero el buen político sabe también que las instituciones de rendición de cuentas interiorizadas en los procesos gubernamentales (controles ex ante del gasto, controles de gestión presupuestaria, evaluación interna de desempeño personal y de resultados organizativos, controlarías, oficinas anticorrupción...) resultan tan necesarias como insuficientes. La experiencia le demuestra y las investigaciones empíricas más actuales le confirman que sin mecanismos más amplios de transparencia y responsabilidad externa a cargo de evaluadores externos independientes, los medios de comunicación, los parlamentos, las fiscalías y los jueces penales, y hasta determinadas organizaciones sociales..., sin todo esto, los mecanismos internos de control y responsabilización no funcionan efectivamente. Especialmente en países como los nuestros donde las estructuras administrativas son altamente imperfectas y vulnerables. Desde luego que el buen político conoce bien las imperfecciones que afectan a los medios de comunicación y a las organizaciones sociales con funciones de supervisión, alerta, control y exigencia de responsabilidad. Pero, además de tratar de superarlas garantizando mayor pluralismo, objetividad e independencia, comprende que el gran aprecio que la ciudadanía muestra por estas instituciones se debe a la convicción cívica profunda de que sin ellas la opacidad y los negociados políticos acabarían matando el nervio democrático. El buen político se orienta a la construcción y desarrollo del estado de derecho. Sabe que América Latina, por lo general, registra niveles muy limitados de Estado de Derecho. En cualquier caso no confunde a éste con la mera seguridad jurídica del estado de los derechos existentes. La desigualdad estructural que atraviesa la región se expresa también en un acceso muy desigual, entre otros, a los derechos de propiedad eficazmente protegidos. Si confundimos el Estado de Derecho con la seguridad jurídica del status quo, muchos países latinoamericanos serían campeones del Estado de Derecho. El entramado de privilegios económicos y sociales expresados en la distribución de la tierra, los beneficios fiscales a algunas empresas, los privilegios comerciales, los monopolios otorgados a algunas corporaciones profesionales, regímenes privilegiados de determinados colectivos laborales... y un largo etcétera, son restos de un sistema jurídico, procedente del tiempo colonial, en que el derecho se configuraba más como un entramado de privilegios personales o corporativos que como un orden abstracto fundamentador de una ciudadanía universal. Todos los buenos políticos experimentan la dificultad de ir desmontando esos entramados bloqueadores del desarrollo, que suelen hallarse amparados por leyes hechas muchas veces –como solemos decir- con nombre y apellidos. Pero ningún buen político renuncia a este objetivo, pues sabe que la democracia y el desarrollo humano exigen el fortalecimiento progresivo del verdadero estado de derecho, es decir, el que garantiza derechos de ciudadanía política, civil, económica, social y cultural, con carácter universal, para el conjunto de la población. Capta intuitivamente la idea expresada por Amartya Sen de que "la reforma legal y judicial es importante no sólo para el desarrollo del estado de derecho sino también para el desarrollo en las esferas económicas, política, civil, social y cultural, las cuales a su vez forman parte del concepto integral de desarrollo humano". Y coincide con la evidencia empírica, pues disponemos ya de análisis econométricos que indican que existe una relación causal y significativa entre el nivel de estado de derecho, por un lado, y la riqueza de las naciones, el grado de alfabetización y escolarización y la tasa de mortalidad infantil, por otro.Hoy sabemos también que el fenómeno de la captura del estado no se agota en el ejecutivo sino que incluye también al legislativo y al judicial. Por eso sabemos que los programas tradicionales de fortalecimiento institucional basados en formación, cambio en las reglamentaciones, informatización, mejora de recursos presupuestarios, simplificación de procedimientos, reducción de dilaciones, gestión de la carga, visitas de estudios, etc., no producen avances sostenibles si no van acompañados de programas tendentes a reducir la captura del poder legislativo y judicial por los grupos de interés más diversos. Por ejemplo, aunque la independencia del poder judicial con relación al poder político continúa siendo un tema mayor en muchos países, en otros es superado por la necesidad de asegurar esta independencia frente al poder económico nacional e internacional y en otros por asegurar la transparencia y responsabilización de unos jueces bastante independientes pero poco responsables y eficaces capturadores de rentas. Avanzar hacia la independencia, la transparencia, la responsabilización y la confiabilidad de los jueces, administradores y legisladores sigue siendo el tema clave de la construcción del Estado de Derecho. Pero la estrategia precisa para lograrlo debe plegarse perfectamente a las condiciones específicas de cada país. En particular, es preciso conocer si el déficit de independencia procede de la subordinación política, de la captura económica o de cualquier otra fuente. 9. Por último, el buen político cultiva la sensibilidad ética, la simpatía y la empatía. Trata de no perder nunca la capacidad de ponerse en el lugar del otro e imaginar cómo siente y piensa. Sabe que el juicio ético es a la vez corazón y razón. Por ello combate permanentemente la apatía, la alogia y la anestesia moral con la que tienden a contagiarnos tantos "triunfadores" al uso. Sabe que las gravísimas diferencias sociales que registramos propenden a inhibir la empatía y a asignar valores diferentes a la vida humano en función del grupo de pertenencia. Al final ya no vemos a los pobres; los usamos pero no los sentimos nuestro prójimo.El buen político trata de no ser captado y anulado por los poderosos, pues no olvida las advertencia de Adam Smith: "la disposición a admirar, y casi a adorar, al rico y al poderoso y a despreciar o al menos menospreciar a las personas pobres y de medios limitados, aun cuando sea necesaria para establecer y para mantener la distinción de jerarquías y el orden social, es a su vez la causa más grande y universal de la corrupción de nuestros sentimientos morales". Por eso el buen político no descuida los gestos de compasión y apoyo hacia las víctimas y los pobres, de respeto y consideración hacia los honestos, los emprendedores, los esforzados, los innovadores, los solidarios... en definitiva hacia los hombres y mujeres que necesitamos asegurar para que la locura del neoliberalismo (con su sueño imposible de un consumo irrestricto e irresponsable de recursos no renovables, con la manipulación mediática y el aturdimiento sensible que provoca, y con la subordinación de los intereses del mundo a los hegemónicos de la PAX AMERICANA no impida el resurgir, el arraigo y la expansión incontenible de una gobernanza global multilateral y democrática sobre la que pueda florecer el desarrollo humano sostenible.
Gianna
Ética para el buen oficio político
"El idealismo asigna al político un papel preponderante en todos sus actos, sin este principio fundamental estamos en presencia de un sujeto que nos lleva a un fracaso seguro." H. SirioFácilmente comprenderemos que la ética necesaria para este oficio es muy exigente. Los dilemas éticos que enfrenta el buen político son permanentes. En casi todas las decisiones importantes hay más de un bien ético en juego y la información sobre los costos y beneficios de toda decisión nunca es suficientemente precisa (a veces ni si quiera está claro lo que conviene ya no al país sino al político que decide). Desde luego siempre hay un límite por debajo del cual las decisiones son éticamente reprobables, pero los contornos son borrosos (¿dónde termina la política industrial razonable y comienza la concesión a las empresas poderosas de privilegios que deteriorarán la institucionalidad propia del mercado eficiente?). En general, en contextos decisionales específicos, casi nunca se impone una sola solución como la única éticamente correcta. La grandeza de la política reside en que, una vez rechazadas las decisiones abiertamente contrarias a los intereses generales, hay que optar entre bienes públicos igualmente valiosos. En estas decisiones se mezclan conocimiento, razón, sensibilidad, valores, cálculos, azar... Es el momento egregio de la política que no puede ser sustituido por ningún manual o consultor. Es también el momento de la libertad y la vida en toda su plenitud. Son los momentos en que hacemos historia.Seguidamente nos vamos a permitir la audacia de establecer una serie de principios éticos que deben ser considerados en el oficio de buen político. Aunque esta exposición no tiene en absoluto valor de conocimiento académico, tampoco es una mera ocurrencia. Además de reflejar la reflexión sobre la propia experiencia, se apoya en algo más objetivado: la convicción de que los buenos políticos son los que mejoran constante y decididamente la gobernabilidad del país, su sistema institucional en sentido amplio, al que consideran el mejor activo para lograr el desarrollo.Los buenos políticos son hombres y mujeres prácticos. Tras un discurso como éste tenderán siempre a preguntar. Bueno, ¿y qué puedo hacer yo para que la ética fortalezca el buen desempeño de mi oficio? Cómo además son inteligentes y vivos, si se les ofrece un manual lo rechazarán, pero seguirán inquiriendo ¿existen algunos principios o guías que me ayuden a ver mejor las exigencias de mi oficio y a cultivar el desarrollo personal necesario? El oficio de buen político no se aprende en una maestría. Las maestrías enseñan a gestionar y a administrar. Los buenos políticos siempre son líderes y emprendedores, hacen historia. Ellos no nacen, se hacen a sí mismos por la determinación de ponerse al frente y hacer una diferencia positiva. En el bien entendido que, como decía Peter Drucker, sólo es líder el que tiene seguidores. Los buenos políticos se esfuerzan siempre, como los grandes artistas y todos los creadores. Nunca se puede decir ya domino plenamente el oficio, como nunca se puede decir, por ejemplo, que el violín o la guitarra ya no tienen secretos para mí. Los buenos políticos mueren aprendiendo y para aprender practican permanentemente las disciplinas que les ayudan a dominar su oficio. Para ello necesitan guías o principios éticos y ahí van unos cuantos: Subjetivamente se esfuerzan por el autoconocimiento y el autodominio. Sin ello es imposible la autenticidad, la integridad. Sin ello no se logra inspirar confianza ni se consigue la buena comunicación. Comunicar no es hablar bien, ni siquiera expresar buenas cosas, sino conseguir la atención y el respeto de las audiencias, lo que se hace imposible si la audiencia no percibe autenticidad en los mensajes, es decir, si no reconoce una coherencia básica entre el mensaje y la trayectoria de vida. ¿Conozco mis motivaciones y ambiciones últimas? ¿Tengo una medida adecuada de mis capacidades? ¿Soy capaz de reconocer y resistir las peores tentaciones del poder? ¿Sé encontrar los espacios de recogimiento en los que me pregunto permanentemente quién soy, qué pretendo, para qué estoy en este mundo? ¿Conozco mis modelos mentales? ¿Soy capaz de comprender los modelos mentales de mis interlocutores y adversarios sin dejar de ser fiel a mis propósitos? ¿Soy capaz de resistir al oportunismo del cambio? ¿Soy capaz de cambiar cuando resulta necesario? Los buenos políticos tienen un compromiso con la realidad que pretenden transformar. Buscan el conocimiento y la información necesarias no sólo para operar en la realidad sino para transformarla. Para ello generan sistemas de información y de conocimiento, construyen equipos, establecen "sensores" y sistemas de alerta. Saben que no pueden saberlo todo, pero que es imperdonable cometer errores por no contar con la información necesaria y disponible. Pero el tipo de información y conocimiento que precisan es diferente de la información y el conocimiento que construye la ciencia y la técnica. Éstos producen conocimiento codificado, fácilmente comunicable, dotado de gran valor objetivo en tanto no se halle falseado. Es loco ir contra el conocimiento científicamente bien establecido. Por eso el buen político se rodea de asesores que están al día y, por ejemplo, supera viejos esquemas ideológicos e interioriza las lecciones aprendidas por la comunidad internacional en materia de desarrollo. El compromiso con la realidad es compatible y se refuerza con la firmeza de los valores y los principios, pero es incompatible con el apego dogmático a esquemas ideológicos periclitados. El buen político no desarma la ideología para caer en el pragmatismo más oportunista; contrariamente afirma valores y principios, desarrolla nuevos conceptos, imágenes y eslóganes movilizadores y con todo ello adapta viejas y respetables ideologías a las nuevas realidades.El tipo de información y de conocimiento que precisa el buen político es muy diferente del conocimiento científico y experto: necesita conocer los desafíos, las oportunidades y amenazas, los actores estratégicos, sus ambiciones y sus miedos, sus estrategias, necesita conocer muy bien los conflictos actuales y potenciales, los recursos y alianzas que puede movilizar, su consistencia y durabilidad... necesita, en definitiva, crear los sistemas de información y conocimiento precisos para formular y desarrollar buenas estrategias de cambio. Para ello tiene que desarrollar una capacidad de pensamiento sistémico y estratégico, de reflexión y de indagación, tienen que ser capaces de comprender el sistema.El mero operador político conoce personas y hechos, gestiona conflictos y compra ambiciones, pero no tiene rumbo. Pone su conocimiento como máximo al servicio de las próximas elecciones. No sabría ponerlo al servicio de las próximas generaciones, porque no tiene visión, no tiene metas y propósitos de cambio. Su pasión por el poder se agota en sí misma. Para él el poder no es instrumental para el desarrollo humano. El buen político ve y va más allá, es capaz de ver procesos lentos y graduales, sabe aminorar el ritmo frenético para prestar atención no sólo a lo evidente sino a lo sutil. Busca más allá de los errores individuales o la mala suerte para comprender los problemas importantes. Trata de descubrir las estructuras sistémicas que modelan los actos individuales y posibilitan los acontecimientos. Sabe que esas estructuras que se trata de cambiar no son exteriores pues son las propias instituciones en las que él opera y a las que pertenece. Sabe que lo fundamental es comprender cómo su posición interactúa con el sistema institucional real. Pero a medida que comprende mejor las estructuras que condicionan su conducta ve con más claridad su poder para adoptar las políticas capaces de modificar las estructuras y las conductas. Sabe que todos formamos parte del sistema que se trata de reformar. Para él no hay nada externo y por eso comprende mejor que nadie la sabiduría de la vieja expresión "hemos descubierto al enemigo: somos nosotros". Los buenos políticos se orientan siempre a elevar la gobernabilidad, la institucionalidad existente. Cuando los políticos hacen algo notable pero no lo dejan institucionalizado, la supervivencia del progreso logrado es problemática. Suele desaparecer con su creador, que no habrá sido un buen político al no lograr su institucionalización, al hacer depender de su persona el progreso, al no haber elevado la gobernabilidad. Oí decir una vez a un interlocutor anónimo que "los únicos caudillos que valen son los que acaban haciéndose prescindibles creando buenas instituciones". Esta frase expresa el concepto que Maquiavelo tenía del buen Príncipe, que es el que fija en buenas instituciones el futuro progreso de la República. Esta sabiduría histórica se corresponde con resultados muy recientes y reveladores en el ámbito de las relaciones entre gobernabilidad y desarrollo. En particular los trabajos de Kaufmann y su equipo desafían la creencia convencional de que la producción de crecimiento acarreará inevitablemente mejoras en la gobernabilidad. Contrariamente, sus trabajos revelan que mientras existe una relación causal y a largo plazo entre buena gobernabilidad y crecimiento duradero y de calidad, la causalidad no funciona en sentido inverso. Lo que ratifica que la gobernabilidad no es un bien de lujo, sino un bien público que es necesario cultivar en todos los estadios del desarrollo. El buen político sabe que la gobernabilidad exigida por el desarrollo humano es la gobernabilidad democrática. Sabe también que la democracia es un sistema exigente que no debe confundirse con las meras aperturas electorales, las pseudo-democracias, semidemocracias, las democracias delegativas u otras expresiones descriptivas de las formas más o menos imperfectas de democracia de que disponemos en la región. El buen político sabe que la democracia es un proceso complejo y de fin abierto, en el que se experimentan avances y retrocesos. Sabe que la calidad democrática depende de un criterio fundamental: el grado de igualdad política efectiva que el sistema político permite. Sabe que la opción democrática no es sólo una opción de conveniencia que se justifica por las ventajas positivas que la democracia aporta; no es un demócrata por defecto; es demócrata también por una convicción ética desde la que cree en la superioridad moral de la democracia sobre cualquier otro sistema político. Dicha convicción es la afirmación axiomática de la igualdad humana intrínseca, de que el bien de todo ser humano, cualquiera que sea su condición, es intrínsecamente igual al de cualquier otro. La igualdad política no es obviamente una constatación empírica sino un juicio moral sobre el que se interioriza un imperativo categórico. Su formulación más conocida es la que en 1776 hicieron los autores de la Declaración de Independencia Norteamericana: "Sostenemos como evidente estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Esta afirmación no es ni una manifestación de cinismo no una descripción de la realidad. Es sencillamente un juicio moral que afirma el deber moral de tratar a todas las personas como si poseyesen una igual pretensión a la vida, la libertad, la felicidad y otros bienes e intereses fundamentales. Significa igualmente que ninguna persona está tan definitivamente mejor cualificada que otras para gobernar como para dotar a cualquier de ellas de autoridad completa y final sobre el gobierno del Estado. Significa que los derechos de participación política han de ser asignados por igual y que deben crearse las condiciones para que toda persona adulta pueda enjuiciar lo que sea mejor para su propio intereses y para los intereses generales.Sabe que sin igualdad en la participación política, sin una representación política de calidad, sin inclusión política real y efectiva, la acción social de los gobiernos tenderá siempre a ser paternalista y clientelar. El único gobierno que puede satisfacer plenamente las exigencias del estado social es aquel en el que participa todo el pueblo; que cualquier participación, incluso en las más nimias funciones públicas, es útil; que la participación debe ser tan amplia en todas partes como permita el nivel general de mejoramiento de la comunidad; y que nada puede ser tan deseable en último término como la admisión de todos a compartir el poder soberano del Estado. Pero dado que, en una comunidad que exceda el tamaño de una pequeña población, todos no pueden participar personalmente sino en alguna porción mínima de la acción pública, el resultado es que el tipo ideal de un gobierno perfecto debe ser el representativo.El buen político dispone de una estrategia de desarrollo, que ve como parte de un proyecto nacional. Son este proyecto y estrategia lo que da sentido a sus decisiones particulares y le ayuda a movilizar los recursos y a construir las coaliciones necesarias para enfrentar los conflictos inherentes al cambio. El proyecto del buen político no es un plan irrealista, voluntarista, de esos que plantean y prometen resolver bajo su mandato todos los males patrios y que normalmente acaban en populismo, frustración, desgobierno y división nacional. Desde el imperativo ético de conocer la realidad, el buen político sabe las constricciones con que cuenta, sus recursos y alianzas y propone sólo aquellos cambios que con su liderazgo devienen viables y factibles. Sabe que son los éxitos en los primeros pasos y conflictos los que le permitirán ampliar sus alianzas y seguir avanzando hacia objetivos más ambiciosos. Sabe que por mal que estemos, nada hay que no sea empeorable, y se mueve tan decidida como cuidadosamente. Como buen demócrata sabe que no hay buen gobierno sin fuerte compromiso social. Que el imperativo moral de la igualdad política impone avanzar decididamente hacia la creación de las condiciones que hacen que la igualdad y la libertad sean reales y efectivas. Que la democracia sólo es una fachada para la gente que, víctima de la indigencia o la pobreza, no puede realizar su derecho a la igualdad en la participación política y se ve forzada a renunciar o a transar con sus derechos políticos. Que en sociedades profundamente desiguales o hasta estructuralmente dualizadas como las nuestras o la democracia sirve para ir creando las condiciones económicas y sociales de la igualdad política o la democracia se deteriora inevitablemente. Por ello mismo entiende el compromiso democrático como inseparable e integrante del desarrollo humano. Sabe que no hay proyecto democrático sin proyecto de desarrollo. Sabe que aún está lejos el día de la verdadera democracia que será cuando ningún/a latinoamericano/a, desde la libertad conquistada, deje de mirar a los ojos a cualquier otro. Pero se sabe al frente y responsable de un tramo significativo de este viaje. El buen político ha aprendido que los avances económicos y sociales que no quedan institucionalizados en la cultura cívica y política democrática (como los experimentados en tantos populismos y autoritarismos latinoamericanos) son una bomba del tiempo para el desarrollo humano sostenible del país. La cultura del beneficio o caridad social a lo Evita Perón o de tantas otras primeras o segundas damas no produce ciudadanos sino clientes y asistidos. La ciudadanía es una extensión de la cultura de los derechos que debe quedar fijada y garantizada en las instituciones del Estado social y democrático de derecho. Si las mejoras sociales no se acompañan con esta institucionalidad, entonces sólo hay un espejismo de desarrollo que propala malas culturas políticas que acabarán cobrando un alto precio a los países en los que arraiguen.6. Los buenos políticos impulsan siempre la transparencia, combaten la opacidad en la que se envuelven siempre los malos políticos. Sin transparencia en el ámbito público tiene poco sentido la participación política y se hace muy difícil la rendición de cuentas. La transparencia se mide por el grado que un sistema institucional permite a los ciudadanos o a las organizaciones interesadas acceder eficazmente a información relevante, confiable, suficiente y de calidad en el ámbito económico, social o político que resulte necesario para la defensa de sus intereses o para su participación en la definición de los intereses generales. Estos flujos de información no pueden ser asegurados por los mercados, en parte porque puede haber beneficios importantes derivados de la no revelación. Por eso el rol de la política y del estado resulta crítico en este punto, aunque nada fácil pues también hay rentas políticas derivables. La orientación a la transparencia no es sólo una exigencia de la lucha contra la corrupción. Es también una condición para avanzar la calidad de la democracia y generar buena cultura política. Pero no basta sólo con la transparencia en el ámbito público. El buen político sabe que hoy la definición y realización de los intereses generales no es ningún monopolio del gobierno, pues éste se ve obligado a decidir y actuar en redes de interdependencia con las empresas y, a veces, con algunas organizaciones sociales. Si éstas relaciones no son transparentes, resulta muy alto el riesgo de extorsión de las empresas por los políticos, de captura del gobierno por las empresas, o de connivencias entre unos y otros contrarias a los intereses generales. Por eso el buen político sabe que la exigencia de transparencia, como imperativo de buena gobernabilidad, alcanza tanto al sector público como al privado así como a las relaciones entre ambos. Hoy la gobernanza gubernamental ya no es separable de la consideración de la gobernanza empresarial cuando nos planteamos la construcción de una verdadera gobernanza democrática. Y la letanía de escándalos, encabezada por Enron y Worldcom, que ha recorrido el mundo pone de manifiesto las graves consecuencias en el ámbito público de profundos defectos en la gobernanza corporativa. Por eso las políticas de transparencia deben incluir a los gobiernos y a las empresas. Los buenos políticos enfrentan constantemente el desafío de la captura del estado ya sea por grupos políticos, burocráticos, de negocios, financieros o sindicales privilegiados. No olvida la sabiduría de Adam Smith quien advirtiera que "rara vez se verán juntarse los de una misma profesión u oficio, aunque sea con motivo de diversión o de otro accidente extraordinario, que no concluyan sus juntas y sus conversaciones en alguna combinación o concierto contra el beneficio común, conviniéndose en levantar los precios de sus artefactos o mercaderías". Saben que en los mercados y las democracias imperfectas todos los grupos de interés con acceso al gobierno tratan de atentar contra los intereses generales, propenden a la opacidad y ocultan sus intereses particulares bajo el velo de los intereses generales. En especial prestan atención al dato crecientemente revelado por investigaciones empíricas de la gravedad de la tendencia de algunas empresas y conglomerados empresariales –incluidos los internacionales- a afectar ilícitamente la formación de políticas, leyes y regulaciones estatales. De las crisis vividas en Asia, Rusia y América Latina hemos aprendido que el sector financiero ha estado especialmente involucrado en la captura del estado con consecuencias muy negativas para la gobernabilidad general. Los datos existentes indican una correlación fuerte entre el grado de solidez bancaria y el nivel de control de la corrupción. Estos datos apuntan en el sentido de que una estrategia de fortalecimiento de la gobernabilidad no podría dejar de considerar el fortalecimiento de la gobernanza de las corporaciones privadas y en particular del sector financiero (Daniel Kaufman, ob.cit. , P.17. El buen político sabe distinguir entre las instituciones del mercado y las empresas actualmente existentes. Sabe que a largo plazo el determinante fundamental del número, la calidad, productividad y competitividad de las empresas estriba en la calidad de las instituciones del mercado. Sabe también que necesita la colaboración del sector empresarial existente o al menos de una parte significativa del mismo para impulsar una mejor institucionalidad del mercado y de las relaciones entre las empresas y el estado. Pero sabe que el gobierno ha de ser mucho más favorecedor del desarrollo de los mercados que de los negocios. Salvar o fortalecer empresas sin asegurar su capacidad para sobrevivir o desarrollarse en entornos de mercados más amplios y perfeccionados equivale a proteger campeones de mercados imperfectos y a bloquear en consecuencia y más pronto que tarde el desarrollo. Sabe lo difícil que resultan estas decisiones y trata de desarrollarlas con transparencia y buscando las difíciles alianzas con las que enfrentar los inevitables conflictos. Respeta la empresa y la riqueza obtenida a través de ella, pero siempre que, tal como exigía Adam Smith, no se hayan obtenido violando "las reglas de juego limpias", es decir, siempre que se haya buscado el propio interés "por un camino justo y bien dirigido". Por eso, como Adam Smith también enseñó, sabe que defender la libre empresa es diferente de defender a los empresarios, pues éstos, en ausencia de instituciones garantizadoras del "camino justo y bien dirigido" (principalmente la libre competencia y una política industrial coherente con ella) tenderán a realizar su propio interés a costa del interés común El buen político sabe además que si no hay buenas reglas del juego y buen manejo de las relaciones entre el gobierno y las empresas, es la propia democracia la que se acaba poniendo en riesgo. El buen político sabe que no es el capitalismo sino su forma institucional específica de economía de mercado lo que constituye una condición favorecedora de la democracia. Pero no se le oculta que la estrecha relación entre democracia y economía de mercado oculta una inevitable paradoja: si bien el desarrollo de las economías de mercado producen transformaciones económicas y sociales que propenden a la democratización política, no es menos cierto que la economía de mercado al provocar una distribución muy desigual de muchos recursos clave (riqueza, ingresos, status, prestigio, información, organización, educación, información y conocimiento...) determina que unos ciudadanos tengan una influencia mayor que otros sobre las decisiones políticas. La consecuencia es que, de hecho, los ciudadanos no son iguales políticamente y, de este modo, la fundamentación moral de la democracia, la igualdad política, se ve seriamente vulnerada.7. Los buenos políticos se orientan a la rendición de cuentas y a la asunción de responsabilidades. Saben que sin buenos sistemas de transparencia y responsabilidad el ejercicio del poder no puede superar los riesgos a que está continuamente sujeto. No cree que los políticos sean corruptos, pero sabe que todos –comenzando por él mismo- somos corruptibles. Por eso aunque valora el discurso se esfuerza porque se traduzca en instituciones eficaces de rendición de cuentas. Nuevamente sabe que las buenas instituciones son las que hacen que todo funcione correctamente cuando nos flaquea la ética. Que la tendencia del ser humano a acrecentar y abusar del poder corre paralela a la propensión a ocultar la información y silenciar la crítica, a exigir responsabilidades desde la oposición y a boicotear su exigencia y producción desde el gobierno.Pero el buen político sabe también que las instituciones de rendición de cuentas interiorizadas en los procesos gubernamentales (controles ex ante del gasto, controles de gestión presupuestaria, evaluación interna de desempeño personal y de resultados organizativos, controlarías, oficinas anticorrupción...) resultan tan necesarias como insuficientes. La experiencia le demuestra y las investigaciones empíricas más actuales le confirman que sin mecanismos más amplios de transparencia y responsabilidad externa a cargo de evaluadores externos independientes, los medios de comunicación, los parlamentos, las fiscalías y los jueces penales, y hasta determinadas organizaciones sociales..., sin todo esto, los mecanismos internos de control y responsabilización no funcionan efectivamente. Especialmente en países como los nuestros donde las estructuras administrativas son altamente imperfectas y vulnerables. Desde luego que el buen político conoce bien las imperfecciones que afectan a los medios de comunicación y a las organizaciones sociales con funciones de supervisión, alerta, control y exigencia de responsabilidad. Pero, además de tratar de superarlas garantizando mayor pluralismo, objetividad e independencia, comprende que el gran aprecio que la ciudadanía muestra por estas instituciones se debe a la convicción cívica profunda de que sin ellas la opacidad y los negociados políticos acabarían matando el nervio democrático. El buen político se orienta a la construcción y desarrollo del estado de derecho. Sabe que América Latina, por lo general, registra niveles muy limitados de Estado de Derecho. En cualquier caso no confunde a éste con la mera seguridad jurídica del estado de los derechos existentes. La desigualdad estructural que atraviesa la región se expresa también en un acceso muy desigual, entre otros, a los derechos de propiedad eficazmente protegidos. Si confundimos el Estado de Derecho con la seguridad jurídica del status quo, muchos países latinoamericanos serían campeones del Estado de Derecho. El entramado de privilegios económicos y sociales expresados en la distribución de la tierra, los beneficios fiscales a algunas empresas, los privilegios comerciales, los monopolios otorgados a algunas corporaciones profesionales, regímenes privilegiados de determinados colectivos laborales... y un largo etcétera, son restos de un sistema jurídico, procedente del tiempo colonial, en que el derecho se configuraba más como un entramado de privilegios personales o corporativos que como un orden abstracto fundamentador de una ciudadanía universal. Todos los buenos políticos experimentan la dificultad de ir desmontando esos entramados bloqueadores del desarrollo, que suelen hallarse amparados por leyes hechas muchas veces –como solemos decir- con nombre y apellidos. Pero ningún buen político renuncia a este objetivo, pues sabe que la democracia y el desarrollo humano exigen el fortalecimiento progresivo del verdadero estado de derecho, es decir, el que garantiza derechos de ciudadanía política, civil, económica, social y cultural, con carácter universal, para el conjunto de la población. Capta intuitivamente la idea expresada por Amartya Sen de que "la reforma legal y judicial es importante no sólo para el desarrollo del estado de derecho sino también para el desarrollo en las esferas económicas, política, civil, social y cultural, las cuales a su vez forman parte del concepto integral de desarrollo humano". Y coincide con la evidencia empírica, pues disponemos ya de análisis econométricos que indican que existe una relación causal y significativa entre el nivel de estado de derecho, por un lado, y la riqueza de las naciones, el grado de alfabetización y escolarización y la tasa de mortalidad infantil, por otro.Hoy sabemos también que el fenómeno de la captura del estado no se agota en el ejecutivo sino que incluye también al legislativo y al judicial. Por eso sabemos que los programas tradicionales de fortalecimiento institucional basados en formación, cambio en las reglamentaciones, informatización, mejora de recursos presupuestarios, simplificación de procedimientos, reducción de dilaciones, gestión de la carga, visitas de estudios, etc., no producen avances sostenibles si no van acompañados de programas tendentes a reducir la captura del poder legislativo y judicial por los grupos de interés más diversos. Por ejemplo, aunque la independencia del poder judicial con relación al poder político continúa siendo un tema mayor en muchos países, en otros es superado por la necesidad de asegurar esta independencia frente al poder económico nacional e internacional y en otros por asegurar la transparencia y responsabilización de unos jueces bastante independientes pero poco responsables y eficaces capturadores de rentas. Avanzar hacia la independencia, la transparencia, la responsabilización y la confiabilidad de los jueces, administradores y legisladores sigue siendo el tema clave de la construcción del Estado de Derecho. Pero la estrategia precisa para lograrlo debe plegarse perfectamente a las condiciones específicas de cada país. En particular, es preciso conocer si el déficit de independencia procede de la subordinación política, de la captura económica o de cualquier otra fuente. 9. Por último, el buen político cultiva la sensibilidad ética, la simpatía y la empatía. Trata de no perder nunca la capacidad de ponerse en el lugar del otro e imaginar cómo siente y piensa. Sabe que el juicio ético es a la vez corazón y razón. Por ello combate permanentemente la apatía, la alogia y la anestesia moral con la que tienden a contagiarnos tantos "triunfadores" al uso. Sabe que las gravísimas diferencias sociales que registramos propenden a inhibir la empatía y a asignar valores diferentes a la vida humano en función del grupo de pertenencia. Al final ya no vemos a los pobres; los usamos pero no los sentimos nuestro prójimo.El buen político trata de no ser captado y anulado por los poderosos, pues no olvida las advertencia de Adam Smith: "la disposición a admirar, y casi a adorar, al rico y al poderoso y a despreciar o al menos menospreciar a las personas pobres y de medios limitados, aun cuando sea necesaria para establecer y para mantener la distinción de jerarquías y el orden social, es a su vez la causa más grande y universal de la corrupción de nuestros sentimientos morales". Por eso el buen político no descuida los gestos de compasión y apoyo hacia las víctimas y los pobres, de respeto y consideración hacia los honestos, los emprendedores, los esforzados, los innovadores, los solidarios... en definitiva hacia los hombres y mujeres que necesitamos asegurar para que la locura del neoliberalismo (con su sueño imposible de un consumo irrestricto e irresponsable de recursos no renovables, con la manipulación mediática y el aturdimiento sensible que provoca, y con la subordinación de los intereses del mundo a los hegemónicos de la PAX AMERICANA no impida el resurgir, el arraigo y la expansión incontenible de una gobernanza global multilateral y democrática sobre la que pueda florecer el desarrollo humano sostenible.
martes, 9 de marzo de 2010
CONSEJOS PARA SER UN BUEN POLITICO
Como Profesional y Educadora me siento muy feliz por la gran acogida que ha tenido mi blog en la bitacora de la PUCP, hoy supere las 17.000 vistas,sinemebargo algunas personas me han escrito a Facebook y Linkedin para decirme que no acceden con facilidad a esta opcion, y es asi que me acogo a las facilidades de Blogspot, lider en blogs para compartir temas de actualidad y un tema que me preocupa es las continuas denuncias entre candidatos por temas de consuct ,asi que aqui va este rápido y simple manual de conducta para políticos.
sua amiga
Gianna
El buen político debe ser persona una honrada, que tenga como misión fundamental en su existencia el servicio y no el aprovecharse de su cargo en beneficio propio y mucho menos metiendo la mano en las arcas del Estado, o favoreciendo a familiares y amigos en cargos públicos, o sacando ventaja personal de contratos que tengan que ver con el servicio público. Ver en el Estado un campo para trabajar seria y sinceramente por los demás y no un terreno para incrementar su fortuna.
El buen político no debe ser un politiquero, es decir, debe apoyar todo proyecto bueno así haya sido propuesto por adversarios, por personas que no pertenecen a su organización política. En otras palabras, tener presente que la Patria es primero, por encima de los intereses de su partido y de su propia persona.
Pasos
Culturizate, para ser un buen politico, de cualquier indole, la educacion es un punto crucial.
Haz una especie de "declaracion de principios", la cual sera tu guia en cuanto a Etica y Moral, que no tiene por que ser publica.
Ahora, segun el cargo politico que uses, tu camino a seguir deberia ser algo como esto:
Alcalde: Un buen alcalde debe ser uan persona con vision de futuro, poner siempre por delante el bien de su comuna, debe comprender y estar totalmente informado de las realidades socioeconomicas de su gente, sus acciones no deben ser pensadas para ganar votos para la siguiente eleccion, sino que tiene que actuar para el bien de toda la comunidad.
Congresistas Estos son cargos importantisimos en un sistema politico como el nuestro, que ademas son MUY bien pagados, son la voz de la gente, por lo cual SIEMPRE deben actuar pensando en el bien del pueblo.
Ministro: Informate, estudia a fondo tu area de trabajo, VIVE LA REALIDAD de tu area, recuerda que tu eres el representante de un grupo especifico de gente que espera que des lo mejor de ti.
Presidente: Eres la voz de todo un pais, tus acciones tienen una repercucion que quizas ni te haz imaginado, eres responsable de que todo funcione, tus subalternos deben respetarte, debes ver siempre al futuro y cuidar los recursos del pais.
La politica es una carrera 100% vocacional, si te metes en ella solo por dinero, lo mejor es que abandones lo antes posible.
Si tienes pensado participar en una eleccion futura, no trates de ganar votos, los votos llegaran a ti solos si la gente esta conforme con tu accionar.
Cuidate siempre de los corruptos, si tienes la oportunidad de denunciar a uno, no lo dudes y HAZLO!.
Si eres uno de los corruptos lo mejor sera abandonar lo antes posible.
No compitas con tus pares(independientemente de su partido), trabaja junto a ellos; recuerda que "2 cabezas piensan mejor que 1".
Cuando la sombra de la corrupcion te aceche, recuerda por que estas en la politica, recuerda que tienes un sueldo muy superior al promedio del pais, que debes cuidar, recuerda que si te vez manchado por la corrupcion, esa mancha se extendera a tu familia.
ADVERTENCIA
El politico corrupto no tiene futuro, si bien al principio parecera facil salirte con la tuya, mas temprano que tarde toda mentira se descubre.
El politico de mentira, es decir, el que toda su carrera se basa en conseguir votos y pasar de campaña en campaña, JAMAS llegara lejos.
El politico que te precedio en el cargo quizas halla dejado problemas, buscalos y solucionalos o te haran la vida imposible mas tarde.
(Presidente)Hoy en dia el tema de la guerra es muy complejo, evitalo a toda costa, en ningun caso lo incluyas en tus opciones ante un problema con otro pais.
sua amiga
Gianna
El buen político debe ser persona una honrada, que tenga como misión fundamental en su existencia el servicio y no el aprovecharse de su cargo en beneficio propio y mucho menos metiendo la mano en las arcas del Estado, o favoreciendo a familiares y amigos en cargos públicos, o sacando ventaja personal de contratos que tengan que ver con el servicio público. Ver en el Estado un campo para trabajar seria y sinceramente por los demás y no un terreno para incrementar su fortuna.
El buen político no debe ser un politiquero, es decir, debe apoyar todo proyecto bueno así haya sido propuesto por adversarios, por personas que no pertenecen a su organización política. En otras palabras, tener presente que la Patria es primero, por encima de los intereses de su partido y de su propia persona.
Pasos
Culturizate, para ser un buen politico, de cualquier indole, la educacion es un punto crucial.
Haz una especie de "declaracion de principios", la cual sera tu guia en cuanto a Etica y Moral, que no tiene por que ser publica.
Ahora, segun el cargo politico que uses, tu camino a seguir deberia ser algo como esto:
Alcalde: Un buen alcalde debe ser uan persona con vision de futuro, poner siempre por delante el bien de su comuna, debe comprender y estar totalmente informado de las realidades socioeconomicas de su gente, sus acciones no deben ser pensadas para ganar votos para la siguiente eleccion, sino que tiene que actuar para el bien de toda la comunidad.
Congresistas Estos son cargos importantisimos en un sistema politico como el nuestro, que ademas son MUY bien pagados, son la voz de la gente, por lo cual SIEMPRE deben actuar pensando en el bien del pueblo.
Ministro: Informate, estudia a fondo tu area de trabajo, VIVE LA REALIDAD de tu area, recuerda que tu eres el representante de un grupo especifico de gente que espera que des lo mejor de ti.
Presidente: Eres la voz de todo un pais, tus acciones tienen una repercucion que quizas ni te haz imaginado, eres responsable de que todo funcione, tus subalternos deben respetarte, debes ver siempre al futuro y cuidar los recursos del pais.
La politica es una carrera 100% vocacional, si te metes en ella solo por dinero, lo mejor es que abandones lo antes posible.
Si tienes pensado participar en una eleccion futura, no trates de ganar votos, los votos llegaran a ti solos si la gente esta conforme con tu accionar.
Cuidate siempre de los corruptos, si tienes la oportunidad de denunciar a uno, no lo dudes y HAZLO!.
Si eres uno de los corruptos lo mejor sera abandonar lo antes posible.
No compitas con tus pares(independientemente de su partido), trabaja junto a ellos; recuerda que "2 cabezas piensan mejor que 1".
Cuando la sombra de la corrupcion te aceche, recuerda por que estas en la politica, recuerda que tienes un sueldo muy superior al promedio del pais, que debes cuidar, recuerda que si te vez manchado por la corrupcion, esa mancha se extendera a tu familia.
ADVERTENCIA
El politico corrupto no tiene futuro, si bien al principio parecera facil salirte con la tuya, mas temprano que tarde toda mentira se descubre.
El politico de mentira, es decir, el que toda su carrera se basa en conseguir votos y pasar de campaña en campaña, JAMAS llegara lejos.
El politico que te precedio en el cargo quizas halla dejado problemas, buscalos y solucionalos o te haran la vida imposible mas tarde.
(Presidente)Hoy en dia el tema de la guerra es muy complejo, evitalo a toda costa, en ningun caso lo incluyas en tus opciones ante un problema con otro pais.
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