miércoles, 14 de abril de 2010

DEMOCRACIA CRISTAIANA EN LATINOAMERICA


La Democracia Cristiana es una ideología política que ha existido desde los fines del siglo XIX, cuando el Papa León XIII escribió la encíclica Rerum Novarum, una respuesta al socialismo y a los nuevos sindicatos en la cual el Vaticano reconoció las privaciones del trabajador y se dispuso a aliviarlas.
La Iglesia Católica aclaró su posición al respecto en la Quadragesimo Anno, una encíclica hecho por el Papa Pío XI en 1931. Aunque hay muchas formas de democracia cristiana, generalmente están de acuerdo en ciertas materias. Su idea del Estado no corresponde a la de los liberales: debe ser descentralizado y estar compuesto de varios conjuntos, pero debe tener una capacidad indiscutible. Los democratacristianos creen que la sociedad debe ser responsable de la economía, pero no discuten los principios del capitalismo, creen que debe haber un capitalismo con rostro humano, lo que lo diferencia de la socialdemocracia. La democracia cristiana se parece más al socialismo cristiano en que cree que el deber del Estado es cuidar de sus ciudadanos. Impulsada con mayor fuerza en Italia,ha tendido raices en Latinoamerica,incluso en Perú.
A continuacion les hago llegar la informacion historica del Partido Democrata Cristiano Argentino,vigente y con accion en todo el territorio,en los siguientes dias seguiremos alcanzandoles informacion sobre otros paise

Gianna




Democracia Cristiana Argentina


(: foto Ricardo Albarracin actual Presidente de la Democracia Cristiana Argentina)
En la prehistoria de los movimientos políticos argentinos podemos mencionar las enseñanzas del sacerdote español Francisco Suárez (1548-1617) quien hablaba del origen popular de la autoridad, de la soberanía, del pacto social. Sus ideas enseñadas en las universidades y colegios dirigidos por la Compañía de Jesús, chocaban con las ideas del despotismo ilustrado, relativas al origien divino de la autoridad de los reyes. Fue así que los Borbones se empeñaron en acallar “la doctrina jesuita sobre el origen de la autoridad”, expulsando a éstos en 1767 de sus dominios, y un año después el Rey Carlos III proscribió la tesis de Suárez. A pesar de ello la obra de Suárez “constituyó el eje sobre el cual giró toda la máquina filosófica-jurídica de la Revolución de Mayo
La Corriente ideológica y política de fines del siglo XIX y del siglo XX. Surgió en el seno del catolicismo a raíz de la famosa encíclica del Papa León XIII, de 1893. Sin embargo, a comienzos del siglo XX la jerarquí a eclesiástica prefirió emplear el término "social-cristianismo". Solo en el curso de la lucha contra el fascismo, especialmente durante y después de la Segunda Guerra Mundial, la Santa Sede dio el visto bueno al uso oficial del término "d. c.", lo que permitió a sus adeptos unirse políticamente y formar los partidos demócrata-cristianos en muchos países de Europa y América Latina, luego en algunos países de África y Asia. Estos partidos se agruparon en los años ë50 en la Internacional de partidos demócrata-cristianos. Muchos de estos partidos llegaron al poder en Alemania, Italia, Chile, Costa Rica, Panamá, Venezuela y otros países de Europa y América. El colapso del partido demócrata-cristiano en Italia a comienzos de los años 90 agudiza considerablemente la crisis del movimiento demócrata-cristiano. La base teórica de la d.c. está apoyada en la doctrina social de la Iglesia Católica y el ecumenismo, que permite al movimiento extender su influencia también a aquellos sectores de la población que son fieles al protestantismo en sus diferentes manifestaciones. Gran influencia sobre las concepciones políticas de la d.c. fue ejercida por la obra del filosofo neotomista francés J. Maritain, sobre todo con su doctrina del humanismo integral. Humanismo Cristiano Es un caso de humanismo filosófico. Pasamos a citar a S. Puledda en su libro Interpretaciones del Humanismo El Humanismo Cristiano. "La interpretación del Cristianismo en clave humanista se debe encuadrar en el proceso general de revisión y de adaptación de las doctrinas cristianas al mundo moderno, con respecto al cual la Iglesia había adoptado durante siglos una posición de rechazo o de abierta condena. Comúnmente se considera que el viraje de la Iglesia comienza a partir de la encíclica Rerum Novarum de León XIII 1891. Con esta encíclica la Iglesia trató de darse una doctrina social que pudiera contraponerse al liberalismo y al socialismo. La Iglesia autorizó la formación de partidos de masas de inspiración cristiana y se repropuso como portadora de una visión del mundo y de una Ética capaces de dar respuesta a las necesidades más profundas del hombre moderno. Es en este intento donde se encuadra el h.c. cuyo iniciador puede ser considerado J. Maritain. … Había sido primero alumno de Bergson, y después había adherido al socialismo revolucionario. Insatisfecho de ambas filosofías, en 1906 se convirtió al Catolicismo. Fue uno de los exponentes más notables de la así llamada neoescolástica o neotomismo. Es decir, de aquella corriente del pensamiento católico moderno que se remonta directamente a Santo Tomás de Aquino y, a través de Él, a Aristóteles, cuyo pensamiento Santo Tomás había adaptado a los dogmas cristianos. La de Maritain es, entonces, una posición cultural que se contrapone radicalmente a la tendencia más general del pensamiento moderno del Renacimiento en adelante. En efecto, fue precisamente contra la escolástica tomista (la expresión más típica del pensamiento medieval), que se habían lanzado los humanistas del Renacimiento. De este modo, Maritain da un salto hacia atrás, más allá del Renacimiento. Y hace esto porque es precisamente en el humanismo renacentista donde descubre los gérmenes que han llevado a la crisis y al resquebrajamiento de la sociedad actual. Con esto El no pretende explícitamente revalorizar el Medioevo y la visión cristiana ligada a aquel periodo, sino retomar el hilo de una evolución histórica del Cristianismo y de su perfeccionamiento en la sociedad que, según su visión, han sido comprometidos por el pensamiento moderno, laico y secular. En su libro Humanismo Integral, Maritain examina la evolución del pensamiento moderno desde la crisis de la Cristiandad medieval al individualismo burgués del siglo XIX y al totalitarismo del siglo XX. En esta evolución El ve la tragedia del humanismo antropocéntrico (así lo llama), que se desarrolla a partir del Renacimiento. Este humanismo, que ha llevado a una progresiva descristianización de Occidente es una metafísica de la libertad sin la Gracia. He aquí las etapas de esta decadencia progresiva: ëCon respecto al hombre, se puede notar que durante el primer perÌodo de la Època moderna, ante todo con Descartes y luego con Rousseau y Kant, el racionalismo habÌa construido de la personalidad del hombre una imagen soberbia y esplÈndida, indestructible, celosa de su inmanencia y autonomÌa y, finalmente, buena por esenciaí. Pero esta soberbia racionalista que primero elimina todos los valores tradicionales y trascendentes y luego, con el idealismo, hasta la noción de realidad objetiva, ha generado ella misma su propia destrucción. Primero Darwin y después Freud asestaron los golpes mortales a la visión optimista y progresista del humanismo antropocéntrico. Con Darwin el hombre descubre que no existe discontinuidad biológica entre El y el mono. Pero no sólo esto: entre Èl y el mono ni siquiera existe una verdadera distinciÛn metafÌsica, es decir, no hay un cambio de esencia, un verdadero salto en calidad. Con Freud, el hombre descubre que sus motivaciones más profundas están dictadas en realidad por la lívido sexual y el instinto de muerte. Al final de este proceso dialéctico destructivo, ya se han abierto las puertas a los totalitarismos modernos. Concluye Maritain: Después de todas las disociaciones y los dualismos de la Época humanística... asistimos a una dispersión y una descomposición definitivas. Lo que no impide al ser humano reivindicar más que nunca la propia soberanía, pero ya no más para la persona individual. … Ya no se sabe dónde está y se ve solo disociada y descompuesta. Está ya madura para abdicar a favor del hombre colectivo, de aquella gran figura histórica de la humanidad de la cual Hegel ha hecho una teología y que, para Él, consistía en el Estado como su perfecta estructura jurídica, y que con Marx consistirá en la sociedad comunista con su dinamismo inmanente. Al humanismo antropocéntrico, cuya evolución ha descrito así, Maritain contrapone un h.c., que Él define como integral o geocéntrico. He aquí cómo se expresa: ëSomos asÌ llevados a distinguir dos tipos de humanismo: un humanismo teocÈntrico, o verdaderamente cristiano y un humanismo antropocÈntrico del cual son responsables el espÌritu del Renacimiento y el de la Reforma... El primer tipo de humanismo reconoce que Dios es el centro del hombre, implica el concepto cristiano del hombre pecador y redimido, y el concepto cristiano de La Gracia y la libertad. El segundo cree que el hombre mismo es el centro del mundo, y por lo tanto de todas las cosas, e implica un concepto naturalista del hombre y de la libertad... Se entiende por qué el humanismo antropocéntrico merece el nombre de humanismo inhumano y que su dialéctica deba ser considerada la tragedia del humanismo. Al humanismo teocéntrico, Maritain le confía la tarea de reconstruir un mundo orgánico que reconduzca la sociedad profana bajo la guía de los valores cristianos. La interpretación cristiana que Maritain dio del humanismo fue acogida en forma entusiasta en algunos sectores de la Iglesia y entre varios grupos laicos. Por otra parte, inspiró numerosos movimiento católicos comprometidos con la acción social y la vida política, resultando ser un arma ideológica sobre todo contra el Marxismo. Pero esa interpretación recibió también criticas demoledoras en ámbitos filosóficos no confesionales. En primer lugar, se observó que la tendencia racionalista que aparece en la filosofía posrenacentista y que Maritain denuncia en Descartes, Kant y Hegel, se puede hacer remontar a la Escolástica tardía e inclusive al pensamiento de Santo Tomás. Esta tendencia, que llevar a la crisis y a la derrota de la razón, no es un producto del humanismo renacentista, sino más bien del tomismo. Para estos críticos, Maritain cumplió con una obra colosal de mistificación y de camuflaje, casi un juego de prestidigitación filosófica, atribuyendo al Renacimiento una responsabilidad histórica que por el contrario pertenece al pensamiento cristiano medieval tardío. La filosofía cartesiana que se encuentra a la base del pensamiento moderno, en su racionalismo se reconecta mucho más con Santo Tomás que con el neoplatonismo y el hermetismo místico del Renacimiento. Las raíces de la Soberbia de la Razón de la filosofía moderna deben ser buscadas, por consiguiente, en la pretensión del tomismo de construir una teología intelectualista y abstracta. En segundo lugar, la crisis de los valores y el vacío existencial al cual ha llegado el pensamiento europeo con Darwin, Nietzsche y Freud no es una consecuencia del humanismo renacentista, sino por el contrario deriva de la persistencia de concepciones cristianas medievales dentro de la sociedad moderna. La tendencia al dualismo y al dogmatismo, el sentimiento de culpa, el rechazo del cuerpo y el sexo, la desvalorización de la mujer, el terror a la muerte y al infierno, son todos residuos del cristianismo medieval, que aún después del Renacimiento han influido fuertemente en el pensamiento occidental. Aquellos determinaron, con la Reforma y la Contrarreforma, el ámbito sociocultural en el cual el pensamiento moderno se ha desarrollado. La esquizofrenia del mundo actual, la Dialéctica destructiva de Occidente (sobre la cual Martillan insiste) deriva, según estos críticos, de la coexistencia de valores humanos y antihumanos, y debe ser explicada como el intento doloroso y por liberarse de esa pugna interna".

No hay comentarios:

Publicar un comentario